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A curarla con decencia

Deberia ser una regla y obligacion conciliar por cuenta propia el efecto de los excesos.
Consumo de alcohol en exceso pixabay

@chefjuanangel

¡Toc toc!
¡Toc toc!
Desde la cocina, Catalina escucho como el nudillo de Gildardo golpeaba la puerta verde de fierro. Eran apenas las 10 de la mañana -¡Aqui les mandan esto!- Una caja que contenia dos envases (de cristal), de refresco de cola llenos de leche recien ordeñada, un queso fresco de 4 kilos, una taza de mantequilla y un tercio de leña. Mientras acomodaban las provisiones, a lo lejos se escuchaba "Pobre mi caballo bayo, cuanto he llorado, cuando el murio..." La radiola de la cantina de Piti habia cobrado vida, enviando señales de humo a Catalina: su esposo, Angel, habia empezado la parranda y para aplacar los animos mando por delante una ofrenda con su amigo Gildardo.

El reloj marco las 8 de la noche, la cocina estaba intacta, cada quemador de la estufa habia sido sumergido en agua hirviendo con potasa para evitar que acumularan cochambre con el paso de los años. En la mesa del comedor, el hule con impresiones frutales se habia limpiado a la perfeccion - Mijita ya me voy acostar - dijo Catalina a su hija. 

"La Prietusca" sabia que debia esperar a su papa, señal de que el bochinche se habia extendido. 

A los pocos minutos, entro Angel directo a lavarse la manos en la jofaina ubicada en el patio, encima de una mesa de madera; y de ahi directo a la cocina. Encendio el primero de 4 fogones y calento los frijoles guisados con manteca. Despues tomo una sarten azul de peltre, lo puso sobre el segundo quemador encendido, agrego manteca, vertio chile colorado en polvo batido con agua y una vez hervido, incorporo suficiente carne machaca mas un puñado de chiltepines, para evitar la cruda al dia siguiente. Entre tambaleos y desequilibrios provocados por el bacanora, encendio los dos quemadores restantes y calento dos tortillas grandes de harina. Se sirvio un plato de machaca con frijoles y tomo asiento. Entre bocado y bocado pasaban los minutos, lentamemente cogia cada porcion y la disfrutaba mientras "La Prietusca" apagaba los 4 quemadores y recogia el desastre.
 

"¡Hijo de la guayaba, al que no le guste el fuste que monte en pelo!", repetia hasta el cansancio mientras combatia la borrachera con picante y frijoles. Una vez terminado el plato fuerte venia el postre: cacahuates tostados (con todo y cascara) en comal de tierra, cubiertos de tizne, junto a un trozo de panocha. Por cada puñado de cacahuates, una mordida de panocha.
 

Una vez que mi abuelo habia terminado la cena, salia de nuevo al patio, se quitaba la placa y la lavaba en la jofaina para despues acorstarse a dormir.
Mientras mi mama terminaba de recoger la cocina, lo escuchaba balbucear a lo lejos " Al que no le guste el fuste... monte en pelo".
¿Cuantos curan la cruda (fisica y moral) de manera tan decente? Sin duda, deberia ser una regla y obligacion conciliar por cuenta propia el efecto de los excesos. 

Chef Juan Angel Vásquez - Licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.

 

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