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Crisis diplomática con España

¿Por qué asumió Claudia Sheinbaum pleitos que no eran de ella ni de los mexicanos?

Claudia Sheinbaum
Claudia Sheinbaum Agencia EL UNIVERSAL/Berenice Fregoso/RDB.

por Manuel Valenzuela

30/09/2024 11:43 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 30/09/2024

Manuel Valenzuela V.

Mal inicia la semana para el que ahorcan el lunes, dice el famoso dicho popular que se usa para señalar el mal comienzo de algún proceso. Este parece ser el caso de la presidencia de Claudia Sheinbaum que, prácticamente en la que debiera ser su primera decisión soberana como es la de elegir la lista de invitados a su fiesta de toma de posesión, expresa su sumisión ante los deseos del presidente saliente y excluye al Rey de España, que es el jefe de Estado de ese país tal como lo define su constitución.

 La decisión anterior provocó el disgusto del presidente del gobierno español Pedro Sánchez, que anunció que España no mandará ninguna representación diplomática a la toma de posesión de la nueva presidenta mexicana, lo que provocó una crisis diplomática. No es la mejor manera de iniciar un gobierno del que la mayor parte de la sociedad tiene esperanzas de que sea exitoso para bien del país. 

España es un país estratégico para México. No solo es la puerta de Europa sino clave para la relación de nuestro país con la Unión Europea. Es además el país de Europa que en 2023 tuvo más inversión extrajera en México y el segundo a nivel global después de los Estados Unidos. A lo que habría que agregar nuestra vinculación histórica y cultural de la cual forma parte no solo nuestro idioma sino hasta los apellidos que llevamos los mexicanos. Fue, como sabemos, uno de los dos componentes, junto al indígena, fundadores del mestizaje que dio origen a la nación que hoy somos. 

Pedro Sánchez se refirió a México como un país al que los españoles consideran hermano de España, por lo que más les extrañó la exclusión del Rey Felipe VI de las invitaciones para la ceremonia de toma de posesión de la nueva mandataria mexicana.

En términos de relaciones diplomáticas, la confrontación innecesaria con España y su posterior consecuencia en la llamada "pausa" en las relaciones con dicho país, fue uno de los mayores errores del presidente saliente Andrés Manuel López Obrador. Fue un conflicto creado mirando el espejo retrovisor y sin considerar los intereses actuales del país y de sus ciudadanos. Se trató de un desplante tan inútil como si les hubiera pedido a los descendientes de los aztecas pedirles perdón a los descendientes tlaxcaltecas y demás pueblos de Valle de México sojuzgados por el imperio dominante antes de la llegada de los españoles.

 Pero lo más sorprendente y, hasta cierto punto decepcionante, es que la presidenta electa haya cedido a la presión de AMLO para excluir al Rey Felipe VI de su lista de invitados especiales. ¿Por qué asumir pleitos que no eran de ella ni de los mexicanos, sino de la visión ideologizada y de los rencores del presidente saliente? ¿por qué asumir los costos de una crisis diplomática con España que mancharía el inicio de su administración? ¿tanto es el temor que la presidenta electa le tiene al ya casi expresidente? Y sin embargo lo hizo. 

En su explicación ante la prensa, Claudia Sheinbaum dijo que el rey Felipe VI había sido poco diplomático y hasta descortés con México al no responder a la carta que le envió el presidente AMLO solicitándole que se disculpara con los pueblos indígenas sojuzgados y por los agravios cometidos por los españoles durante la conquista de México Tenochtitlan. Pero el que da respuesta a cartas de este tipo no es el rey, es el gobierno de España a través de su presidente o del canciller, y sí hubo respuesta en aquel entonces del gobierno español a la mencionada carta. 

Aun así, suponiendo que esa fuera la razón, no se entiende por qué si invitó al presidente Biden si este no le ha respondido ninguna de varias cartas que le ha enviado el presidente, la última de las cuales fue para solicitar que le informara lo que había sucedido en la captura o entrega del Mayo Zambada y del chapito Joaquín Guzmán López en Culiacán.

Tampoco resulta verosímil que Juan Ramón de la Fuente, futuro canciller de México le recomendara a la presidenta electa aceptar la solicitud explícita de AMLO de excluir al rey de la invitación. Sabiendo que De la Fuente no es un improvisado en la diplomacia y mucho menos un ignorante, lo razonable es que le haya sugerido lo contrario. Así que la ya muy próxima presidenta deberá responsabilizarse por sí sola de la decisión que tomó. Ahora será un poco más complicado y seguramente más tardado recomponer las relaciones con España, aunque creo que finalmente se hará.

Resulta también interesante analizar el hecho de que, de acuerdo con la información oficial disponible al momento de escribir esta nota, a la toma de protesta de la nueva presidenta acudirán solo 16 presidentes o primeros ministros, cuando en pasadas ceremonias protocolarias pasaban de ochenta los que asistían. Hoy, por ejemplo, no habrá ningún dignatario de Europa ni de Asia en la ceremonia, y los Estados Unidos enviarán a Jill Biden, la esposa del presidente, dando rango protocolario a la visita más que el trato de un socio estratégico.

En términos generales, el desdén que reflejan estos datos es hacia López Obrador, no tanto hacia Sheinbaum y mucho menos hacia México. Uno siempre cosecha lo que ha sembrado y AMLO ha sembrado discordia en el interior y desprecio a la política exterior y esta es su cosecha. Habrá que recomponer todas las relaciones diplomáticas para volver a poner al país en el lugar estratégico que tiene en este nuevo momento de la compleja geopolítica mundial. Será tarea de la nueva presidenta y de su canciller Juan Ramón de la Fuente, aunque iniciar con una crisis diplomática con España, no es un buen augurio. De cualquier manera, Sheinbaum merece que le demos todos el beneficio de la duda. 

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