19/08/2024 16:23 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 19/08/2024
Manuel Valenzuela V.
Durante la guerra fría (1945-1991) la humanidad vivió un proceso de proliferación de armas nucleares que la tuvieron en más de un momento, como el de la crisis del Caribe a principios de la década de los sesenta, literalmente al borde de su destrucción. Una vez que desapareció la Unión Soviética (1991) se inició un proceso inverso de disminución de las armas nucleares. Sin embargo, hoy estamos presenciando de nuevo la proliferación de estas, con las implicaciones que esto puede traer para el futuro de la humanidad.
Según la revista The Economist, entre 1986 y 2023 el número de ojivas nucleares existentes en el mundo disminuyó de 70 mil a 12 mil. Otras fuentes como el Instituto Internacional de Estudios de la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés) calcularon que en 2018 había 14 mil 465 ojivas, 92 por ciento de las cuales están en poder de Rusia y los Estados Unidos. Otros países con armas nucleares incluyen a Reino Unido, Francia, China, Corea del Norte, Pakistán, India e Israel.
Para comprender mejor el alcance de lo que está sucediendo, vale la pena hacer un poco de historia. El proceso de limitación de armas nucleares inició antes de que implosionara la URSS, en 1969, cuando el entonces líder soviético Leonid Breznev y el presidente norteamericano Richard Nixon iniciaron pláticas para reducir las armas nucleares estratégicas (misiles nucleares balísticos intercontinentales) en lo que se conoció como Tratado SALT I (Strategic Arms Limitation Talks) que fueron firmados en 1972, y los que incluyeron la limitación total de las ojivas nucleares, SALT II, firmados por Jimmy Carter y el propio Breznev en 1979. Sin embargo, el verdadero salto en la reducción de este tipo de armas se produjo una vez que una de las potencias enemigas desapareció en 1991.
Actualmente, con el surgimiento y consolidación de China como una potencia económica mundial de primer orden y con las amenazas de Vladimir Putin de usar su armamento nuclear en cualquier momento, y la posibilidad de que Donald Trump llegue de nuevo a la presidencia de los Estados Unidos y cumpla sus amenazas de sacar a ese país de la OTAN, el panorama internacional se ha complicado para la preservación de la paz.
Según el análisis que nos presenta The Economist esta semana, varios escenarios regionales están empujando hacia la nueva proliferación del armamento nuclear argumentando fines defensivos. Veamos algunos.
China, considerando que la guerra comercial declarada por Estados Unidos contra ellos en algún momento puede escalar al terreno militar, ha iniciado un proceso de expansión de su poder nuclear y hoy construye - según The Economist- "cientos de silos de misiles en sus desiertos del norte". Se calcula que en una primera etapa pretenden elevar sus ojivas nucleares de alrededor de 300 que actualmente tienen, a mil en el corto plazo. Por su parte, Corea del Norte desde hace años está ampliando su arsenal nuclear que, aunque es pequeño, amenaza la seguridad de su vecino Corea del Sur y de Japón que carecen de armas nucleares. Su seguridad se asienta en el apoyo comprometido por los Estados Unidos. Hoy ambos países presionan para que se les permita construir sus propias armas nucleares con propósitos defensivos, sobre todo después de que Trump amenazó con dejar que cada país "se rasque con sus propias uñas".
Europa está en una situación similar. Después de que Trump amenazó con abandonar la OTAN, los europeos se sienten desprotegidos y en plena desigualdad frente a la Rusia de Putin que desde 2014 inició la "reconquista" de los territorios del viejo imperio ruso y de la Unión Soviética. En el viejo continente solo Francia y el Reino Unido tienen armas nucleares y solo poseen unas 500 ojivas frente a las más de 6 mil que tiene Rusia. Ellos presionan para que más países europeos puedan desarrollar su propio arsenal nuclear (Alemania, Polonia, Finlandia, Suecia entre ellos) con el propósito de estar preparados para su defensa directa ante una virtual retirada de EU de OTAN y un abandono de su compromiso con la seguridad europea.
Está también el foco rojo que representa Irán en el Medio Oriente. Como sabemos, desde hace años Irán desarrolla un programa de energía nuclear. Barack Obama promovió y firmó un acuerdo con ese país para que ese programa se limitara al uso pacífico de dicha energía y que prohibía la construcción de armas nucleares. Sin embargo, Trump durante su presidencia retiró a EU del acuerdo y hoy Irán avanza en la construcción de su propio arsenal argumentando también razones defensivas ya que su enemigo histórico, Israel, tiene armas nucleares. No se sabe si Irán tiene ya sus propias armas nucleares.
Ante este panorama, los Estados Unidos han iniciado su propio programa de modernización y ampliación de armas nucleares con el doble propósito de estar en condiciones de continuar respondiendo por la seguridad de Corea del Sur, Japón y Europa ante una posible alianza militar de Rusia con China y Corea del Norte, y de reforzar su propia seguridad continental ante las nuevas amenazas. El resultado es una nueva carrera armamentista nuclear que no sabemos hacia donde nos pueda llevar.
Por último, no hay que olvidar que los miembros de la OTAN están incrementando sustancialmente sus gastos en defensa para cumplir con su compromiso de invertir al menos el 2 por ciento de su PIB para esos propósitos, aunque eso incluye solamente armamento convencional.
Nada de esto es bueno para la paz, más bien parecen ser preparativos para una nueva conflagración mundial que, a estas alturas, pondría en peligro la existencia misma de la civilización. Esperemos que se encuentren nuevas vías para mantener la coexistencia pacífica a pesar de las diferencias.