17/12/2024 10:33 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 17/12/2024
@chefjuanangel
-Una gallina, dos gallinas, tres gallinas...-
Mientras Olivia atrincaba un palo de escoba para sujetar la puerta del horno, el pequeño Luis deslizaba sus manita sobre la cenefa de azulejos blancos con gallinas empollando huevos sobre una canasta con paja -nueve gallinas, dieeeeez gallinas, ¡hay 10 gallinas mamá- las primeras palabras que dijo Luisito a sus dos años fue "allina" y "amam", y dos años después seguían siendo sus temas favoritos -Mamá, ¡cuidado puede haber un pollito dentro!- cada vez que Olivia rompía un huevo para preparar la masa de sus pasteles, Luisito le suplicaba piedad para que no fuera a descalabrar a un hijo de las gallinas que estaban en los azulejos -Mamá, ya no uses más huevos, vas a dejar solitas a las gallinitas en su canasta- Luisito creía que los huevos provenían de la cenefa de azulejos con la que aprendió a contar hasta el 10 -Mira Luis, vas a probar por primera vez mi pay de Chihuahua- el pequeño recibió tremenda cucharada, la jaló de nuevo para chuparla y no dejar rastro alguno -Mamaaaá, esas gallinas hacen pasteles muy buenos, tú y ellas deberían poner una pastelería. Apenas unos años atrás, Olivia y Nacho habían comprado una tienda de abarrotes llamada "El Canal de Panamá", el lugar tenía un segundo piso que aprovecharon para convertirlo en su hogar. Y mientras arriba se preparaban para ir a clases, comer, dormir o jugar; abajo se vendían y fiaban huevos, leche, carnes y verduras -Nacho, saqué una batidora a pagos, vamos a hacer pastelitos para vender- Olivia estaba preocupada, las cosas no iban bien en el abarrotes y debían buscar la manera de salir adelante.
Con el paso de los meses, la gente dejó de ir a comprar su despensa al Canal de Panamá, ahora solo iban por los pasteles -¡Aayy!, ¿dónde quedó el otro palo?- en el segundo piso del abarrotes casi pastelería, Olivia había instalado 6 estufas Mabe, cuyo único objetivo era aprovechar los hornos para darle mayor velocidad a tantos pedidos que empezaron a llegar. Cada estufa azul tenía junto a ella un palo de escoba del mismo color con el que mantenía cerrado el horno apoyando la puerta contra el piso ante el desgaste de las bisagras.
Cuarenta años después, cada vez que Luis prueba y revisa los pasteles que vende en su negocio, imagina que están hechos con huevos de gallinas dibujadas en la cenefa de su antigua casa, y en cada bocado viaja a aquel momento cuando su madre le ofreció por primera vez un bocado de pay de queso Chihuahua. El negocio se llama Panamá, un restaurante y pastelería inspirado en un acto de amor y trabajo que permitió sacar adelante a una familia; ahora son miles quienes subsisten con los empleos que brinda este negocio de Sinaloa, México.
Chef Juan Angel Vásquez - Licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.