11/04/2023 10:03 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 11/04/2023
@chefjuanangel
-¡Verás Moisés, ya llegó Chalito Alegría, arráncate a la casa de Ángel, ahi anda coquetéandole a la Madalena!-
Todos esperaban la fayuca de Rosario Alegría que llegaba cargado de Levis, herramientas de trabajo y algunas curiosidades de los Estados Unidos.
-Chalito, ¿cómo te va?, ¿trajiste algun buen botellón?-
-Mira Moisés, tengo uno especial pa'ti- Moisés, con la cara de sorpresa, tomó el recipiente en sus manos y lo llevó a prisa con Angelito Encinas - Ah qué buena damajuana Moisés, vamos a llenártela del bueno, ¿qué vamos a celebrar?- mientras le dio a probar un poco en una tacita de peltre despostillada -Este si va estar bueno para la quinceañera- replicó Moisés.
Meses atrás, Moisés había contraído nupcias con Belén, ya tenía 5 meses de embarazo, por ello estaba preparando lo necesario para el gran acontecimiento.
-Belén, ¿dónde dejaste la pala?, ya te dije que no la andes agarrando para el jardín-
-Ay Moisés, está en tus ojos- Moisés tomó la pala y empezó a cavar un hoyo en el patio trasero, metió la botella, la cubrió de tierra y le puso un tronco seco de mezquite encima para identificar el lugar. Para sorpresa de ambos, a los 4 meses nació el primogénito, ambos esperaban una niña, para cuya quinceañera había enterrado una damajuana llena de bacanora para que se añejara y fuera digno de tal celebración.
Años más tarde, Angelito le vendió un galón de bacanora a Diego, con el mismo fin, era para la quinceañera de la pequeña que aún estaba en el vientre de su esposa Chaly. A un costado del lavadero había un arbol de moras que daba sombra al cuartito de los tiliches, debajo de la ventana había un área de tierra suelta que a tres "palazos" retiró Diego, para meter el botellón de bacanora. Con el paso de los años, la casa sufrió algunas remodelaciones, y a pesar de tantas indicaciones al albañil, este cubrió por completo con cemento el piso del patio, tumbaron el cuarto de los tiliches con todo árbol y lavadero; desapareciendo cualquier señal que ayudara a encontrar los más de 3 litros de bacanora. La casa fue vendida, y en su negociación, también se incluyó el cobro del galón de bacanora que seguramente algún día será un descubrimiento motivo de sorpresas, risas y muchas alegrias para quien lo encuentre; tal y como sucedió con la damajuana de Moisés...
Ring riiing, riiiiiiiing
-Primoooooo, nos vemos a la noche en mi casa, ni te imaginas la sopresa que te tengo- era la Kena, mi prima segunda. Te vas a cai'patrás cuando veas lo que te tengo en la casa-
Cumpliendo puntualmente con la cita, llegué a su casa a las 5 p.m., la tarde ya estaba cayendo y el frío calaba todos los rincones del cuerpo, era 25 de diciembre del 2019. -Pásale Juan Angel, pero pobre de ti que la vayas a romper- ¡Cuidaaaado no la agarres así, Juaaaan Angel!- Cuando me paré en la puerta de la cocina vi sobre el estrado un botellón verde oscuro, tenía 50 centímetros de alto y unos 40 de ancho, el buchi de la botella estaba sellado con un olote envuelto en plástico; antes de que terminara de saludar a los presentes ya la tenía en mis manos, le había quitado el tapón y lo estaba sirviendo en una tacita de peltre azul claro, nueva, aún tenía etiqueta y ni siquiera la habían lavado. Disfruté ver cómo caía ese líquido repleto de perlas brillantes que llenaban de aroma no solo el recipiente, sino toda la habitación. Lo llevé a mi nariz y me transporté al momento en que mi mamá nos daba penca horneada de maguey para chuparle el dulce y tirar el bagazo, la misma penca que se usa para producir el destilado; el bacanora pasó por mi garganta y erizó cada vello de mi cuerpo, agrandó mis pupilas y pasó por mi garganta como una fina, suave y aromática seda, la más delicada y exclusiva. Me serví uno más, luego fueron tres, cuatro... -Primo, yaaa, suficiente, no quiero que se note que le agarré bacanora a mi tío Moisés, me lo encontré mientras sacaba tierra del jardín-. La botella tenía más de 40 años enterrada, añejándose y perfeccionándose. Al día siguiente mi cabeza amaneció clavada a la almohada, los malditos excesos.
Chef Juan Angel Vásquez - Licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.