El nuevo México
Manuel Valenzuela V.
El mensaje del electorado fue contundente y no dejó mucho margen a la interpretación: México debe continuar por el camino que va. Los ciudadanos avalaron y ratificaron el rumbo señalado por el presidente López Obrador. No importa que muchos pensemos que la restauración del régimen autoritario del viejo PRI no es el mejor camino, la mayoría decidió que eso es lo que le gusta y en democracia la voluntad ciudadana es la que manda.
Lo sucedido el pasado domingo seguramente dará lugar a muchas interpretaciones y cada fuerza política deberá sacar sus propias conclusiones, pero de lo que no hay duda es de que anoche la situación política del país cambió radicalmente. En cierto sentido lo que empezamos a vivir es un nuevo México, aunque la decisión haya sido seguir por donde vamos.
Hoy tanto el presidente López Obrador como Morena, y en consecuencia Claudia Sheinbaum, tienen un nuevo aval para seguir conduciendo la nave que se llama México, hacia el destino que ellos eligieron. Hoy Morena no solo es la fuerza política dominante, sino casi la única. Los partidos tradicionales, léase PAN, PRI y PRD han sufrido la más grande derrota de que se tenga memoria. Sus dirigentes han perdido la poca credibilidad que les quedaba, si es que les quedaba alguna, y al menos el PRI y el PRD han quedado prácticamente extinguidos, mientras el PAN tendrá que renovarse y empezar de nuevo casi desde cero.
Los números que arroja el PREP son contundentes: casi 30 puntos de diferencia entre las candidatas a la presidencia de la república; Morena y aliados están muy cerca de tener la mayoría calificada en ambas cámaras; han ganado siete de nueve gubernaturas en disputa. La chequera está abierta para que Morena, ya sea a través de López Obrador o de Sheinbaum, modifique la constitución, elimine los órganos autónomos y controle la Suprema Corte. No creo que ese sea el camino que conviene a México, pero eso es lo que han decidido las mayorías.
En pocas palabras se ha producido la restauración del viejo régimen autoritario y asistencialista que lideró el viejo PRI durante siete décadas. Pareciera que aquel ha resurgido, pero con el nombre de Morena.
En Sonora el triunfo de Morena y sus aliados ha sido igual o quizá más contundente que a nivel nacional. De acuerdo con los resultados del PREP, ha ganado 19 de los 21 distritos locales y uno está en disputa, seis de los siete distritos federales y la gran mayoría de las presidencias municipales con la excepción de Hermosillo, donde Antonio "Toño" Astiazarán (PAN) ganó con margen estrecho.
Hay cosas positivas de todo este proceso. La más importantes es que por primera vez una mujer gobernará México en sus poco más de doscientos años de historia como nación independiente. No es poca cosa. Marca la culminación de un largo y complejo proceso de reivindicación histórica para la mujer que en una cultura machista como la mexicana había sido relegada tanto de la economía como de las posiciones de poder. La responsabilidad de Sheinbaum es grande para demostrar que la mujer pude ser igual o mejor administradora y estadista que los hombres.
Otra cosa positiva es el rechazo de la vieja clase política a la que los electores mandaron al retiro forzado. Su credibilidad está aniquilada y bien harían los viejos políticos en retirarse en silencio y dejar su lugar a los jóvenes que -esperemos- sepan llevar al país por mejores derroteros. Me temo, sin embargo, que esos viejos políticos emigrarán a Morena donde tendrán nuevas oportunidades de seguir haciendo lo que han hecho antes. De hecho, muchos de ellos ya están ahí, incluyendo a exgobernadores y gobernadores en funciones.
El reto para la oposición es reinventarse. Ya sin el lastre de la vieja clase política. Me parece que lo más fresco de lo que podría ser la nueva oposición podría venir de la sociedad civil, principalmente de los nuevos liderazgos de la Marea Rosa. Esa masa ciudadana que defendió en la calle causa justas y muy trascendentes como la independencia del INE y de la Suprema Corte de la Nación. Pienso que una opción sería que se intentara formar una nueva organización política que buscara su registro para competir electoralmente con un registro de partido político en las próximas elecciones federales.
México es un país plural y deben preservarse los canales institucionales para que esa pluralidad se exprese. La búsqueda de la unanimidad en torno a una sola visión de país es dañina e inevitablemente lleva a regímenes autoritarios que terminan aplastando la diversidad. No es ese el camino que conviene a México.
Finalmente, me parece que Xóchitl Gálvez es una líder auténtica, fresca, con valores liberales que, si ella lo decide, podría tener futuro en una oposición diferente. En la campaña electoral recién concluida fue víctima no solo de la más evidente inequidad de la elección de Estado que vivimos, sino que fue blanco de los ataques arteros del actual presidente, sus voceros y matraqueros. Pero quizá lo que más le afectó fue que llevó sobre sus espaldas el desprestigio de los partidos de la vieja política. Todo ello fue demasiado y no le alcanzó para ganar.
Por el bien de México, hay que apostar porque le vaya bien a Claudia Sheinbaum y aspirar a que ella le apueste a la moderación, a que trate de unir a los mexicanos y no sea un elemento tóxico como el presidente que se va.