El nuevo perfil de la sociedad estadounidense
Manuel Valenzuela V.
Comentaba en la colaboración anterior de "La Periquera" que el perfil étnico y cultural de la sociedad estadounidense es hoy muy distinto al que tenía en el siglo XIX y durante la primera mitad del XX. De ser una sociedad predominantemente blanca y con valores cristianos, ha pasado a ser multiétnica y culturalmente diversa, aunque un sector muy importante de ella se resiste a aceptar esta nueva realidad. Lo cierto es que en las últimas décadas el número de matrimonios y parejas interétnicas o interraciales se ha multiplicado, dando lugar a un acelerado proceso de mestizaje que deja atrás el perfil blanco del estadounidense típico.
Lo anterior se refleja en la política electoral en las características del nuevo perfil de los votantes. De acuerdo con datos de los censos de población, todavía en 1950 el porcentaje de blancos no hispanos que vivían en los Estados Unidos era de 88 por ciento, proporción que bajó al 69 por ciento en el año 2000 y alcanzó el 58 por ciento en 2020. No estamos lejos de que los blancos no hispanos dejen de ser mayoría con todas las implicaciones que esto tiene.
Otro cambio importante ha sido el avance de la diversidad religiosa y de valores que ella entraña. Todavía en 1976 el 80 por ciento de los estadounidenses declaraban ser blancos y cristianos, mientras que en 2016 ese porcentaje había disminuido a casi la mitad (43 por ciento), así que el cambio en ese renglón es un fenómeno del último cuarto del siglo pasado y de principios del presente.
También podemos anotar que el cambio es un fenómeno generacional, es mucho más pronunciado en los jóvenes que en los adultos. De acuerdo con un sondeo realizado por el Public Religion Institute en 2015, solo el 29 por ciento de los jóvenes entre 18 y 29 años declaró ser blanco y cristiano, mientras que en los mayores de 65 años ese porcentaje fue de 67 por ciento.
Derivado de estos cambios, está en marcha un proceso de asimilación acelerado hacia una cultura más multiétnica, donde los prejuicios raciales pierden sentido cada vez más, y dan lugar a una conducta más tolerante entre los jóvenes. De acuerdo con una encuesta del Pew Research Center levantada en 2018, el sesenta por ciento de los jóvenes encuestados declararon estar de acuerdo en que la diversidad étnica hace que los Estados Unidos sean un mejor lugar para vivir. En general los jóvenes son menos conservadores que sus padres y mucho menos que sus abuelos.
Paralelamente, la representación política de las minorías se ha incrementado en las instituciones, especialmente en el poder legislativo. De acuerdo con datos que nos proporcionan Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en su libro "La democracia de la minoría", entre 1980 y 2021 el número de representantes afroamericanos ha aumentado de 17 a 71 en el Congreso (se ha cuadruplicado). También lo han hecho los hispanos que pasaron de 6 a 46 (casi 8 veces más), los asiático-americanos que se incrementaron de 6 a 17. Los nativos americanos han avanzado de manera más lenta, pasaron de cero a cinco representantes en ese periodo.
El cambio del perfil de la sociedad ha tenido una influencia cada vez mayor en el comportamiento del electorado. La victoria de Barack Obama en 2008 y su reelección en 2012 se explican en buena medida por este cambio. Sin embargo, la reacción de la otra parte del electorado a este cambio ha sido virulenta y en buena medida ha radicalizado sus posiciones.
La victoria de Donald Trump en 2016, y el hecho mismo de que hoy sea un candidato con amplias posibilidades de ganar, explican que la visión de un país de blancos y con valores cristianos no ha muerto. Por el contrario, sigue arraigado en una parte muy considerable del electorado. Desde luego que hay también otros factores que influyen en el fenómeno electoral actual, como el desbordamiento de la migración indocumentada y la inflación de años recientes que los republicanos han explotado con éxito, pero la lucha cultural que se libra es la razón profunda que está detrás de la polarización.
No obstante, en una visión de mediano y largo plazo los republicanos libran una batalla en contra de la historia. La tendencia a la consolidación de una sociedad multiétnica, más urbana y culturalmente diversa, es más fuerte que el intento de regreso al pasado que se expresa en el lema de Trump del "Make América Great Again" (MAGA), a pesar de factores coyunturales que también puedan favorecer a los republicanos en el corto plazo.
Todavía en 2012 cuatro quintas partes del electorado republicano eran blancos y cristianos, situación que en buena medida prevalece hasta hoy, solo que los blancos y cristianos representan una proporción cada vez menor del electorado total. Los intentos de los sectores moderados de los republicanos por contrarrestar el radicalismo de Trump y por aceptar la nueva realidad del perfil del electorado, hasta hoy han fracasado y el ala radical les ha arrebatado el partido.
Hoy Trump intenta acercarse a las minorías sobre la base de factores coyunturales y ha tenido cierto éxito, pero no propone una democracia multiétnica que cobije a la mayoría de los ciudadanos que conforman la sociedad estadounidense en la actualidad. Sin embargo, el triunfo en la lucha cultural que se libra por la nación no está asegurado y puede sufrir retrocesos históricos, por ello, más allá del resultado de estas elecciones, la lucha cultural seguirá librándose.