El preso PO1135809

Manuel Valenzuela V.

No cabe duda de que estamos viviendo tiempos inéditos. Ya se que eso parece un cliché, y lo es, pero cuando uno ve que por primera vez en la historia de Estados Unidos se ha fotografiado y fichado como presunto delincuente a un presidente (en activo o retirado) como acaba de suceder con Donald Trump esta semana, y sobre todo cuando observa el impacto mediático que esto ha tenido, no puede uno más que aceptar que la afirmación inicial tiene sustento.

Quedará para la historia el hecho de que el preso PO1135809 de la prisión del Condado de Fulton en Georgia, Estados Unidos de América, fue un señor que se llamó Donald Trump y que fue presidente de esa nación de 2017 a 2021 y quizá ("Dios no lo quiera" diría mi mamá) del próximo periodo electoral de ese país. No sabemos aún cuál vaya a ser el juicio que la historia le dé a ese personaje, pero cualquiera que este sea, así lo estudiarán los niños de educación elemental de los EUA en las siguientes generaciones.

El hecho de por sí es inédito, pero a un servidor lo que más le llama la atención es ver cómo recibieron la noticia los fanáticos partidarios de este personaje y el paroxismo en el que entraron, según nos muestran las cámaras, cuando apreció la foto de Trump como preso con el sello del sheriff del condado de Fulton a un lado y arriba de su rostro. No menos anecdótico e impactante es ver cómo un avión particular con letras gigantes en su fuselaje TRUMP aterriza en el aeropuerto de Atlanta y el desfile de camionetas negras (¿o azul oscuro?) del servicio secreto, lo mismo que decenas de patrullas del condado recorriendo a toda velocidad el freeway y las calles hasta llegar hasta la prisión donde el personaje compareció. 

Y ¿qué tal las encuestas? El presunto culpable de más de 80 cargos en cuatro juicios diferentes encabeza por mucho las encuestas del Partido Republicano para elegir candidato a las elecciones para presidente de la República que se desarrollarán el año próximo. Le saca más de 30 puntos a su más cercano contendiente que es Ron DeSantis, actual gobernador de Florida. Sin dejar de lado, desde luego, que en las encuestas generales mantiene un empate con el candidato demócrata Joe Biden, actual presidente de los Estados Unidos.

El señor del pelo amarillo tiene cuatro casos abiertos en diferentes juzgados: uno en este que se le sigue en Georgia donde es imputado por liderar una asociación de tipo mafioso para alterar los resultados electorales de 2020. Aquí están implicadas 19 personas (incluyendo a Trump) que enfrentan cargos por violación de la ley estatal sobre delincuencia organizada, presión sobre funcionarios públicos para faltar a sus obligaciones y por conspiración para falsificar documentos. 

También está el juicio que se le sigue en Nueva York por falsificación contable para cometer y ocultar un delito financiero en el pago de 130 mil dólares a la actriz de cine porno Stormy Daniels para que guardara silencio en torno a los encuentros sexuales mantenidos con ella. El tercer juicio es por tenencia ilícita de documentación clasificada y por violación a la ley de espionaje, y el cuarto y más importante, es el que se le sigue en Washington D.C. por el intento de revertir los resultados electorales de 2020, que se expresó en la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021.

De ese tamaño es el desprecio por la ley que tiene este señor que desea volver a ser presidente de los Estados Unidos: más de 80 cargos de violación a diversas leyes estatales y federales en cuatro juicios distintos. Ese es el personaje que desea volver a jurar con su mano en la biblia que se compromete a cumplir y hacer cumplir la constitución de los Estados Unidos de América. Y lo peor es que la mitad de los ciudadanos de ese país lo apoyan para cumplir su propósito.

Recuerdo que, durante la campaña electoral del año 2000, posterior al escándalo que desembocó en el juicio político contra Bill Clinton por el caso del "affaire" que tuvo con la becaria de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky, el entonces candidato republicano a la Presidencia, George W. Busch, respondiendo a una pregunta de un reportero del por qué quería ser presidente, una de las razones que dio fue que "porque era necesario llevar un poco de decencia a la Casa Blanca". Cuando veo las encuestas y la emoción que despierta en los seguidores de Trump su ficha policiaca como presunto culpable, me pregunto dónde quedó ese interés de los republicanos por la decencia cuando se quiere llevar nuevamente al mayor cargo público de la nación al preso PO1135809. No cabe duda de que son tiempos inéditos.