¡En sus marcas!
Por Manuel Valenzuela V.
En menos de un mes se habrán llevado a cabo las elecciones en Coahuila y el Estado de México, las últimas previas a la presidencial de 2024. Concluyendo éstas, se acelerará el proceso de sucesión que, desde Lázaro Cárdenas, se celebra en el país cada seis años.
Ustedes dirán, y con razón, que este proceso lo arrancó el presidente López Obrador desde que hizo público el nombre de las "corcholatas" de Morena hace aproximadamente dos años, sin embargo, aunque la ley electoral establece el inicio formal del proceso hasta el mes de septiembre y el inicio de las precampañas hasta noviembre, lo cierto es que la lucha electoral está desatada y, al menos dentro de Morena, vivirá su punto culminante en agosto cuando se levante la encuesta que "destapará" la corcholata que traía el premio.
A partir de ese momento, el presidente y el candidato o candidata ganadora, tratarán de restaurar heridas repartiendo a los perdedores candidaturas del partido oficial y prometiendo nombramientos a secretarías de estado en el siguiente gobierno. Todo ello, bajo el supuesto de que Morena ganará las próximas elecciones, lo que hasta hoy se ve muy probable.
A estas alturas del partido, dada la popularidad del presidente y de la que parece ser su corcholata preferida y la debilidad de la oposición, parece ser que, como en los viejos tiempos de priismo, la verdadera sucesión se definirá al interior del partido gobernante y no en las urnas el día de la elección.
Quienes peinamos canas -y muchas- recordamos perfectamente la expectación que despertaba el "destape" que hacía el presidente saliente, y que oficializaba el dirigente en turno del "partido", del candidato que abanderaría la causa priista en la contienda. Una vez que se sabía quién era "el tapado" las fuerzas se alineaban en torno a él porque era el seguro ganador. La oposición era débil, carecía de los recursos económicos y propagandísticos del candidato oficial y, sobre todo, del control que tenía el gobierno del proceso electoral.
Después, cuando la democracia avanzó y se creó un órgano electoral autónomo para organizar las elecciones, la sucesión presidencial se volvió competitiva entre los partidos y se definió, como debía ser, el día de la elección. Fue así como en el año 2000 llegó la primera alternancia, en 2012 la segunda y en 2018 la tercera. Los votantes le dieron oportunidad a la oposición de que probara que podía gobernar mejor y castigó a los que no le cumplieron. Fue la primavera de la democracia mexicana.
Hoy, todo parece indicar que volveremos atrás y la sucesión quizá se defina dentro del nuevo partido oficial. Justo el viernes 28 de abril, el que precedió a la "noche triste" de la democracia mexicana, AMLO indicó a las cuatro "corcholatas" oficiales y a los senadores de Morena, que quería que el candidato(a) del partido se definiera a más tardar en tres meses, es decir, a principios de agosto, cuando se levantará la encuesta anunciada. Después, Mario Delgado, dirigente de Morena, pidió calma y dijo que por la prioridad es hacer triunfar a sus candidatos en las dos elecciones estatales.
Así que, concluyendo éstas, a principios de junio, las corcholatas estarán, como los caballos (y yeguas) de carreras, ¡en sus marcas! Listos para hacer todo lo posible para ganar la encuesta interna. Quizá las cosas no sean tan tersas como le gustaría al inquilino de Palacio Nacional. Marcelo Ebrard se juega su resto y se empleará a fondo para tratar de ser el ganador. Ha reclamado piso parejo desde hace tiempo y solicitado que los aspirantes renuncien a sus cargos para realizar precampañas de posicionamiento previamente a la encuesta. Ha demandado también que la encuesta tenga una sola pregunta: ¿quién desea usted que sea el candidato de Morena en las elecciones de 2024? Pero, hasta hoy sus demandas han sido ignoradas.
Con excepción de Ebrard, el resto de las corcholatas están bajo control del ¡gran elector! El presidente de la Republica. Claudia es la clara favorita y encabeza las encuestas, Adán Augusto es el emergente ante cualquier eventualidad y Monreal al final bailará al son que le toque el maestro de la orquesta.
Es muy poco probable que Ebrard repunte en las preferencias en tres meses y, por tanto, que logre ganar la encuesta, aunque hará todo lo posible. Pero la gran disyuntiva para él será apoyar a Claudia o intentar estar en la boleta electoral por alguno de los partidos de oposición, presumiblemente de Movimiento Ciudadano (MC), aunque es probable que él aspire a encabezar a la oposición en su conjunto.
Así que, aunque en los chutes hay tres caballos y una yegua, sólo uno de ellos y la yegua son los que realmente tienen posibilidades de ganar. ¿usted a quién le va? O ¿prefiere esperarse a la "tacuachada" en la que pudiera convertirse la elección del 2024?