04/11/2024 17:43 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 04/11/2024
Manuel Valenzuela V.
Uno de los múltiples debates a los que se enfrentaron los fundadores los sistemas democráticos modernos sobre la conformación de los gobiernos, fue el de tratar de equilibrar los derechos igualitarios de los ciudadanos con los intereses de los grupos locales que dieron lugar a los estados nacionales. Ese fue el caso de los Estados Unidos que, en el momento de declarar su independencia de Inglaterra, buscaron consolidar la unión de las trece colonias en un solo país independiente.
Cada una de esas colonias tenían intereses específicos que trataban de preservar cuando se discutió la constitución que fungiría como el contrato social sobre el que edificarían el nuevo país. El peso específico de cada colonia no dependía del número de ciudadanos libres que tenían y menos considerando que cinco de las trece tenían esclavos a los que no se les reconocían derechos, sino que eran una propiedad más de los esclavistas.
Esta situación condicionó en parte la conformación de las instituciones del gobierno republicano basado en la división de poderes que los llamados Padres Fundadores decidieron adoptar para la nueva nación. Considerando que la constitución fue promulgada en 1787, apenas unos años después de su declaración de independencia (1776), en tiempos que ni siquiera la revolución francesa se había producido, no había ciertamente muchas experiencias prácticas de las cuales abrevar.
En esas condiciones, retomando lo mejor de la teoría de la democracia liberal desarrollada hasta entonces por los teóricos de la ilustración (John Locke, Juan Jacobo Rousseau, Montesquieu, Voltaire y demás liberales) y la necesidad práctica de consolidar la unión de las trece colonias, conformaron las bases de lo que hoy es la democracia estadounidense. Fue así como se conformaron instituciones como la Cámara de Representantes, el Senado, el Colegio Electoral y el Tribunal Supremo. Algunas de ellas, como la Cámara de Representantes, basada en el principio de que la soberanía reside en el pueblo y que cada voto debe valer igual para todos los ciudadanos, pero otras desde el principio tuvieron un carácter claramente contra mayoritario como son el Senado y el Colegio Electoral.
El Senado se diseñó como la representación de los intereses de las colonias originales, que se convirtieron en estados del nuevo país, sin tomar en cuenta el número de ciudadanos que en cada una de ellas habitaran. En ese entonces los estados pequeños del norte y los esclavistas del sur (que tenían pocos ciudadanos libres y muchos esclavos sin derechos) pugnaron porque la representación fuera igualitaria, aunque se violara el principio de "un ciudadano un voto".
Alexander Hamilton y James Madison, dos de los Padres Fundadores (Founding Fathers) se opusieron al criterio de representación igualitaria y propusieron que la representación de los estados fuera proporcional al número de habitantes que tuvieran. Sin embargo, los estados pequeños como Delaware, Connecticut y Nueva Jersey, lo mismo que los esclavistas del sur se opusieron y amenazaron con romper con la Unión, por lo que fue necesario ceder a su pretensión y se aceptó la representación igualitaria de dos senadores por cada estado. Este diseño fue adoptado por muchas de las democracias latinoamericanas que decidieron contar con un Poder Legislativo bicameral.
Originalmente, el Senado quedó conformado por 26 senadores y posteriormente se fue ampliando conforme aumentaron el número de estados. Hoy se conforma por 100 senadores, dos por cada entidad federativa. Por lo anterior, el Senado es una institución claramente contra mayoritaria donde políticamente pesa igual Wyoming que tiene poco más de medio millón de habitantes, que California que tiene casi 40 millones y es la quinta economía del mundo. Llegamos así al absurdo de que, en el Senado, el voto de un ciudadano de Wyoming pesa 80 veces más que uno de California.
El Senado es una de las instituciones más poderosas en Estados Unidos y, debido a su diseño, es controlado por los representantes de los estados pequeños y rurales -que son la mayoría-, y que son controlados por el Partido Republicano. En buena medida ese partido basa su poder de bloqueo a iniciativas de leyes de corte liberal apoyadas por la mayoría de la población.
Otra institución contra mayoritaria que viola el principio democrático de "un ciudadano, un voto) es el Colegio Electoral, que es la instancia que elige nada menos que al presidente de los Estados Unidos. En los "Papeles Federalistas" (Federalist Papers) se da cuenta del debate en torno al crucial tema de cómo debería elegirse al presidente. James Madison y Alexander Hamilton eran de la idea de que se debería elegir por voto popular, pero su propuesta fue rechazada. Se opusieron los estados esclavistas que tenían un menor número de ciudadanos libres que los estados del norte.
En una segunda propuesta, James Madison, siguiendo el ejemplo de las monarquías constitucionales parlamentarias que se estaban constituyendo en Europa, propuso que al presidente lo eligiera el Congreso (como los primeros ministros), pero la propuesta también fue rechazada, por lo que el tema se entrampó y fue turnado a la "comisión de temas no resueltos" que debería elaborar y presentar una nueva propuesta.
Steven Levitsky y Daniel Zibalatt recuerdan en su libro "La dictadura de las minorías" que la idea del Colegio Electoral fue retomada por esta comisión de una institución similar usada en tiempos del Imperio Romano, cuando se hacía una consulta a todos los pueblos bajo dominio del imperio sobre la selección de un nuevo emperador y sobre quien debería ser su representante en la región. Se reunían representantes (no electos) de cada pueblo bajo dominio romano (generalmente los obispos o miembros de las élites) en un organismo que llamaban Consejo de Electores y ahí debatían el tema y lo votaban.
De ahí surgió la idea del Colegio Electoral y fue la propuesta que alcanzó un acuerdo para que se conformara por el número de miembros que cada estado aportara a la Cámara de Representantes más sus dos senadores. De esta manera se acordó el número de votos electorales que tendría cada estado en el Colegio Electoral. Desde entonces, el número de votos electorales ha variado conforme se conformaron nuevos estados y de acuerdo con los ajustes que se han hecho a los distritos conforme ha evolucionado la demografía de las entidades, pero su diseño original se ha mantenido.
De ahí, que en la elección presidencial no importa tanto el voto popular sino el número de votos que se obtienen en el Colegio Electoral. Esta es la razón que explica el por qué en ocasiones gana la presidencia el candidato que perdió el voto popular. Esta forma de elección indirecta no respeta el principio de igualdad de los ciudadanos y de que cada ciudadano vale un voto. Por ello, el Colegio Electoral es una institución claramente contra mayoritaria y uno de los ejemplos de la democracia disfuncional que hoy opera en los Estados Unidos.
En la próxima colaboración analizaremos otras prácticas contra mayoritarias que aún perduran en los Estados Unidos y que permiten que opere lo que algunos llaman dictadura de las minorías.