FAM: el proceso de creación de una opción opositora
Manuel Valenzuela V.
La semana pasada concluyó la primera etapa del proceso para elegir al coordinador del Frente Amplio por México (FAM), que en realidad es para la elección del candidato a la presidencia de la República. Terminó la etapa de recolección de firmas por parte de los aspirantes en la que cuatro de ellos lograron reunir las 150 mil requeridas, distribuidas en al menos 17 entidades federativas. También se realizó con éxito el primer foro donde los cuatro seleccionados pudieron compartir sus diagnósticos y visiones del país que desean.
Nos informan que ahora seguirá la selección de los tres finalistas de la contienda con base en una encuesta (sondeo) que mida las preferencias ciudadanas respecto a ellos; enseguida se realizarán foros regionales y, finalmente, una votación directa con base en el padrón que se ha conformado con el registro de los firmantes de la etapa que concluyó.
Falta mucho trecho por recorrer y el camino es difícil considerando el fuego cruzado del presidente y de Morena contra el proceso y especialmente, contra la aspirante Xóchitl Gálvez a quien tratan de sacar de la contienda a como dé lugar, pero vale la pena reflexionar sobre lo que ha dejado esta primera etapa en una especie de balance inicial.
Una primera consideración es que se logró aprobar lo que parecía imposible: que los partidos cedieran parte de su facultad exclusiva para elegir candidatos y la compartieran con la sociedad civil, a través de un método donde los ciudadanos sin partido pudieran dar su opinión, a través de su firma primero y luego al emitir su voto en la última etapa de ese proceso. Hoy, por primera vez, los ciudadanos sin partido hemos podido opinar en torno al candidato que más nos gusta. Antes, eran los dirigentes partidarios los que decidían, y a veces ni ellos porque el gran elector era el presidente en turno. Solo en raras ocasiones consultaban a los militantes, pero nunca a los ciudadanos sin partido. Este no es un hecho menor, es un paso importante en la democratización de los partidos.
Segundo, en dos meses se ha cambiado la percepción de la sociedad respecto al posible resultado de la elección de 2024. Se ha pasado de la certidumbre del triunfo de Morena, dada la debilidad y desprestigio de los partidos tradicionales, a una idea de que puede ser una elección competida y de que el triunfo de la oposición es posible. Esto cambia la dinámica de la elección y la motivación de los votantes.
Tercero, los partidos tradicionales (PRI, PAN, PRD) han aceptado poner a prueba su compromiso democrático al aceptar sujetarse a reglas claras que ellos mismos pusieron. Esta es quizá la mayor prueba a la que se han sometido las burocracias partidarias hasta hoy. Al conformar un comité organizador del proceso de selección con mayoría de representantes de organizaciones sociales y aceptar sus resoluciones en base a las reglas, ponen a prueba su convicción democrática. Tan es así, que ya el PRD resintió la estocada de la democracia y puso "en pausa" su participación en el comité organizador, por no estar de acuerdo en que sus dos aspirantes no pasaron a la siguiente etapa. Al ser un partido, como en aparte lo han sido todos, más acostumbrado a los acuerdos cupulares y a negociar posiciones, les pareció muy "cuesta arriba" que uno de los suyos no estuviera en la etapa final, sin embargo, al final rectificaron y se reincorporaron al Frente.
Desde luego que persiste el riesgo de que el Frente se fracture en la etapa final, cuando haya que aceptar el resultado del proceso y los perdedores tengan que levantarle la mano al ganador (hombre o mujer), pero al menos en esta primera etapa se han comportado bien a pesar del raspón que significó la inconformidad del PRD.
Finalmente, fuera de la formalidad de que aún se está a la mitad del camino, existe la percepción de que en el Frente ya se perfiló una candidata, Xóchitl Gálvez, y no por las razones que esgrimió el inquilino de Palacio Nacional en el sentido de que Claudio X. González la puso, sino porque es la única candidata que despertó las simpatías del ciudadano común y corriente y reunió sus firmas de apoyo de personas sin partido y menos de los militantes de los institutos políticos de la coalición.
Falta mucho camino por recorrer y en el transcurso cualquier cosa puede suceder, pero la primera etapa del proceso de la construcción de una opción opositora con amplio apoyo ciudadano y con posibilidades de ser competitivos, fue exitosa. Hay que seguir la pista del proceso en las siguientes etapas porque, seguramente las dificultades crecerán y las tentaciones de descarrilar la candidatura también. Lo más importante está por venir.