11/11/2024 13:10 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 11/11/2024
Manuel Valenzuela V.
Una vez definidas las elecciones en Estados Unidos en favor de Donald Trump, es muy probable que tanto las instituciones contra mayoritarias como las prácticas que hacen que la democracia en ese país sea disfuncional se continúen utilizando en el futuro cercano, sin embargo su corrección seguirá siendo una tarea que deberá ser atendida si no se quiere que la unidad del país se vea amenazada en el largo plazo.
En la colaboración anterior comentamos acerca de dos de las instituciones contra mayoritarias más importantes del sistema político de los Estados Unidos, el Senado y el Colegio Electoral. Hoy platicaré un poco de otras dos que no son propiamente instituciones, sino prácticas que usan ciertos sectores minoritarios para obstruir la voluntad mayoritaria, se trata del llamado filibusterismo y el control judicial a través del Tribunal Supremo.
Es importante aclarar que hay una delgada línea entre ciertos mecanismos de salvaguarda de principios constitucionales, como el respeto a los derechos humanos o el equilibrio de poderes, que son válidos para evitar que las mayorías que van y vienen los vulneren, y las prácticas sistemáticas de bloqueo de todo lo que haga y proponga el bloque rival. Las primeras son válidas mientras las segundas son nocivas para el funcionamiento democrático.
El filibusterismo es una práctica sistemática de obstruccionismo que es usado por las minorías parlamentarias para impedir que se pase una ley y/o para que se modifique la constitución, aunque la mayoría del parlamento así lo desee. En el caso de Estados Unidos se usa para ambos propósitos.
Siguiendo la espléndida revisión histórica de este fenómeno que hacen Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en su libro "La dictadura de las minorías", el filibusterismo no fue considerado originalmente en la constitución de los Estados Unidos, que estableció el principio de mayorías simples como criterio básico para la aprobación de las leyes. Fue más bien una práctica posterior que se empezó a usar como producto de las luchas entre los grupos parlamentarios para evitar, o al menos retardar, la aprobación de leyes que al grupo minoritario no le gustaban.
La práctica del filibusterismo se inició desde principios del siglo XIX en el Senado bajo la forma de propiciar discusiones interminables por parte de los grupos minoritarios para evitar llegar al momento de las votaciones, aprovechando un principio que se usaba entonces de que los temas se debían discutir hasta que concluyera el último orador que quisiera hacer uso de la palabra.
Para evitar esa práctica obstruccionista, en 1917 se estableció que, con la votación de dos terceras partes del Senado, se podrían dar por finalizadas las discusiones y pasar a la votación. Esta práctica luego evolucionó a requerir la votación de esas dos terceras partes para aprobar las leyes. Dada la composición casi siempre dividida a mitades del Senado, dicho requerimiento tuvo un efecto paralizante en la aprobación de leyes, por lo que en 1975 se intentó flexibilizar un poco pasando el requisito a las tres quintas partes que es como opera en la actualidad. Hoy se requiere el voto de sesenta de cien senadores para aprobar cualquier ley.
En el caso de la modificación de la constitución los candados que se establecieron fueron aún más rígidos, ahí además de las dos terceras partes del Senado (en este caso no se modificó la proporción), se requiere la aprobación de tres cuartas partes de las legislaturas estatales, lo que resulta prácticamente imposible de lograr. Esta es la razón por la que, a lo largo de toda la historia de los Estados Unidos, solo ha habido 27 enmiendas a la constitución. Resulta muy complicado hacerlo.
La otra práctica obstruccionista que se ha usado es el control del Supremo Tribunal de Justicia. Al igual que el filibusterismo esta no es una práctica que tenga asidero en la constitución, se fue creando conforme las luchas entre grupos o partidos se iba intensificando. Inició con el aprovechamiento de la facultad del presidente de la república de nombrar a los jueces federales y siguió con la ampliación o reducción del tamaño de la Corte y con la selección a modo del perfil de los magistrados propuestos por el presidente ante el Senado para integrarlo.
Un aspecto que viene desde los primeros tiempos de la vida institucional de los Estados Unidos es el carácter vitalicio de los nombramientos de jueces del Supremo Tribunal. Esto quizá tenía cierta lógica a fines del siglo XVIII y principios del XIX cuando la esperanza de vida de la población era mucho más corta de lo que es ahora, pero es muy cuestionable hoy cuando los ministros de la Corte duran en promedio poco más de 25 años en el ejercicio de su cargo, cuando en aquellos tiempos duraban en promedio solo ocho años.
El obstruccionismo que ha ejercido muchas veces el Supremo Tribunal de los Estados Unidos tiene que ver con dos elementos: la facultad del presidente de elegir al juez que luego el Senado ratifica, y con la composición del propio Senado. En este aspecto importan también las reglas no escritas que normalmente se aplicaban en la selección de los jueces supremos. Una de ellas es el respeto que el presidente en funciones debe ser el que elija cuando un juez fallece o se retira por razones de salud o incapacidad. La otra es que los dos partidos se comprometan a brindarle su apoyo al elegido en el proceso de ratificación.
Donald Trump y el Partido Republicano violaron esta regla no escrita cuando impidieron que Barack Obama nombrara al juez sustituto de Anthony Scalía fallecido durante su presidencia. De hecho, Donal Trump nombró a tres jueces supremos en el periodo de cuatro años de su presidencia.
Fue la Corte Suprema en funciones, que tiene una conformación de seis jueces conservadores de un total de nueve miembros totales, fue la que revocó la resolución del histórico y emblemático caso de "Roe vs Wade" de 1973 que reconoció el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo (aborto). Este es un caso de control judicial usado para fines políticos del partido que controla la mayoría de los jueces. Se trata de una desviación de los principios fundamentales de la democracia, como es el de independencia del Poder Judicial.
En general, el filibusterismo y las demás prácticas obstruccionistas que han ejercido las instituciones contra mayoritarias deben ser revisados y eventualmente corregidos si se desea que la democracia estadounidense sea más funcional, sin embargo, con la reciente victoria de Donald Trump en la elección presidencial recién efectuada, estas revisiones y posibles correcciones tendrán que esperar quizá mucho tiempo.