Florecer después del invierno
Por Primavera Fraijo
Hay libros que llegan en el momento justo, como si supieran que los necesitas antes de que tú mismo lo descubras. "El sol y sus flores", de Rupi Kaur, fue uno de esos libros para mí.
Si alguna vez han sentido que se están marchitando, que sus raíces ya no sostienen nada, que el suelo bajo sus pies se ha vuelto árido, entenderán lo que esta escritora expresa en sus páginas.
Este poemario es un recorrido por las etapas de una flor, pero también por las nuestras: marchitarse, caer, enraizar, levantarse y, finalmente, florecer.
Lo leí en un momento en el que todavía no sabía si estaba cayendo o si ya había tocado fondo. Venía de una relación larga, de esas a las que uno se aferra con los nudillos blancos, no siempre por amor, sino por costumbre, por miedo a soltar, por esa maldita y asfixiante obsesión que a veces tengo con las causas perdidas.
Y, entonces, entre los versos de Kaur, encontré un espejo. Sus palabras eran sencillas pero certeras, como si alguien hubiera puesto en orden lo que yo solo podía sentir en forma de un nudo en la garganta.
Esta joven poeta no necesita adornos ni metáforas rebuscadas para hablar del dolor y de la sanación. Sus poemas son directos, íntimos, casi como si nos estuviera confiando las páginas de su diario personal.
Habla del desamor, sí, pero también del amor propio, de aprender a reconocernos fuera de la sombra de alguien más. ¡Y, carajo, qué importante es eso!
Me recordó que no se puede florecer en tierra árida, que hay que nutrirse, que hay que aprender a soltar lo que no crece con nosotros. Aunque duela.
Pero este libro no solo se queda en lo personal. También es una exploración de la identidad, la migración y la herencia cultural. Kaur, hija de inmigrantes, escribe sobre la nostalgia de una tierra que es suya y no lo es al mismo tiempo; sobre el peso de las expectativas; sobre lo que significa ser mujer en un mundo que constantemente nos exige ser más, dar más, aguantar más.
Quizás por eso "El sol y sus flores" gustó tanto entre el público lector. Porque todos, en algún momento, hemos tenido que reconstruirnos. Porque todos hemos sido ese tallo frágil que teme quebrarse. Pero también porque, aunque a veces lo olvidemos, siempre podemos volver a crecer.
Si están buscando un libro que los acompañe en los días grises, en los procesos de duelo o en esos momentos en los que no saben qué hacer con todo lo que sienten, este poemario es el indicado. Se lee rápido, pero se queda dentro por mucho tiempo.
Y, quién sabe, tal vez también les ayude a florecer después del invierno.
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