Columnas

Gaza, el retorno de la sinrazón

Los muertos aumentan cada hora y, al parecer, no hay manera de detener la masacre.
Ataques de Israel en la Franja de Gaza Captura de video
Manuel Valenzuela 06-11-2023

Manuel Valenzuela V.

A casi un mes de haber iniciado el conflicto entre Israel y Hamás, el Cercano Oriente arde y sus llamas amenazan con extenderse a toda la región. Al criminal ataque del grupo terrorista Hamás contra la población civil israelí, siguió la venganza de un Estado contra la población civil palestina que vive en la Franja de Gaza, bajo el argumento de acabar con el grupo terrorista. La sinrazón ha regresado a una región que, al menos desde 1948, cuando se formó el Estado de Israel, vive en conflicto permanente.

Al momento de escribir esta nota, los muertos en la Franja de Gaza rebasan ya los 9 mil, en su inmensa mayoría población civil incluyendo más de tres mil niños, y se ha configurado una crisis humanitaria de grandes proporciones. Este fin de semana las milicias de Hamás y los soldados israelíes luchaban cuerpo a cuerpo en las calles de una ciudad que casi se ha reducido a escombros. Los muertos aumentan cada hora y, al parecer, no hay manera de detener la masacre.

En la opinión pública internacional, la solidaridad y empatía inicial por Israel después del ataque de Hamás, se ha revertido en un rechazo casi generalizado a la brutalidad del ataque seguramente justificado, pero a la vez desproporcionado, del ejército israelí contra Hamás, que ha tenido un enorme impacto sobre la población civil que no es responsable de la acción del grupo terrorista. Pocos dudan del derecho que tiene Israel a defenderse, pero nadie justifica hacerlo violando las leyes internacionales como es el caso.

El conflicto, hasta hoy localizado, está teniendo importantes repercusiones en la geopolítica internacional. Estados Unidos se ha posicionado como el gran defensor de Israel y ha llevado a dos de sus más grandes portaviones en la zona para actuar como coraza protectora ante posibles ataques de misiles provenientes de Irán, Siria o Líbano. Por otro lado, el congreso de ese país recién aprobó un paquete de ayuda a Israel de 14 billones de dólares, y encabeza la defensa mediática de las acciones del Estado judío en Gaza. Sin embargo, su imagen internacional como supuesto país defensor de la ley internacional está siendo una de las grandes damnificadas del conflicto.

Es imposible defender las acciones del grupo terrorista Hamás que, sabiendo perfectamente la reacción que tendría Israel y las consecuencias devastadoras sobre la población palestina en Gaza, perpetró la acción criminal contra la población civil israelí. Sin embargo, tampoco es admisible la respuesta brutal y desproporcionada de Israel contra la población civil palestina. La ONU, y en particular su secretario general, Antonio Guterrez, se ha posicionado correctamente, pero carece de poder y herramientas para detener el conflicto. 

No sabemos aun cuándo ni cómo terminará esta incursión, pero por lo que puede observarse, Israel no se detendrá hasta golpear de muerte al grupo terrorista y quitarle el control de la Franja de Gaza, para luego -quizá- acordar con la autoridad palestina una forma de administración que priorice la seguridad del Estado judío y retirar el ejército después. No sabemos si eso sea posible antes de que el conflicto se pueda extender y provocar un mayor problema para el mundo.

Los analistas advierten al menos dos graves riesgos: uno, la extensión del conflicto con el involucramiento directo primero de la organización terrorista islámica chiíta Hezbolah, y luego presumiblemente de los ejércitos del Líbano, Siria y posiblemente de Irán, que es la potencia militar del Medio Oriente; dos, el inicio de una nueva ola de atentados terroristas en el mundo, especialmente en Europa, dónde al menos una décima parte de la población es musulmana. 

En el primer caso, de extenderse el conflicto a toda la región, sería previsible un choque petrolero a la economía mundial. Recordemos que el Medio Oriente sigue siendo la región que más produce y exporta petróleo al mundo y lo hace, en su mayoría, por mar a través del Estrecho de Ormuz. Si Irán llegara a bloquear el estrecho, se produciría un choque de oferta y los precios del petróleo podrían dispararse muy por encima de los cien dólares por barril, con las consecuencias previsibles sobre la inflación mundial. 

Por lo pronto el conflicto ya ha traído consecuencias a nivel geopolítico. Ha debilitado la respuesta unificada de Occidente y, muy en especial, ha dividido a la Unión Europea. Mientras Reino Unido, Bélgica y Alemania apoyan las acciones de Israel, el resto de los países son más moderados y rechazan los excesos en los que el ejército israelí y el primer ministro Netanyahu han caído.

En Estados Unidos crece la oposición a las acciones de Israel y, como en los tiempos de la guerra de Vietnam, se empieza a generar una movilización en las universidades y organizaciones liberales se posicionan en demanda de un cese al fuego y en oposición al apoyo que se está dando a Israel. Veremos que sucede en los próximos días y semanas.

Lo que si es un hecho es que lo que está sucediendo en la Franja de Gaza ha revivido el odio y el rencor de la población de la zona contra Israel y los Estados Unidos. Las nuevas generaciones crecerán con ese trauma y los niños y jóvenes de hoy podrían constituir la base social para el renacimiento del terrorismo islámico en el mundo.