Columnas

La boda de la Teresa

El platillo de la boda fueron albóndigas, en una versión que sólo se prepara en un par de pueblos de la sierra sonorense.
Boda Pexels

@chefjuanangel

"Cri cri cri cri..."

"Auuuuuuuuuuuu... auuuuuuuuu..."

"Woooof, wooof"

-¡Ay viene la María! ¡Teresaaa, apúrate a bañarte!

El reloj apenas marcaba la 1 de la mañana, en medio del callejón se vislumbraba la figura de una mujer de mediana estatura iluminada por el brillo de la luna. "Toc, toc" -Buenas noches, o días. ¿Ya está lista la novia?- dijo María en voz baja; en medio del corredor de la casa estaba la mesa del comedor y sobre ella había una talquera Maja, una cajita con sombras, un labial rojo, un cepillo verde, una caja de brochos y un frasco con agua de colonia digna del magno evento; las tías, amigas y vecinas habían llevado y prestado sus mejores cosméticos a la novia -Quiero verme muy bonita para que Ángel se enamore más de mí- dijo Teresa a María mientras encendía otra lámpara de petróleo para que la maquillista pudiera hacer mejor su trabajo, era 1953.

Un día antes, el novio había sacrificado una de sus 15 cabezas de ganado para la fiesta que estaba en puerta -Lleva los cuartos y gusanos a la Teresa y dile que son para la boda- indicó nervioso Angelito, quien no podía ver a la novia hasta llegar el momento de pararse frente al altar -Micaela, aquí le manda su yerno para la fiesta- la suegra tomó la carne rápidamente, le quitó nervios, grasa excedente, la cortó en trozos, dispuso en una tina y llevó al patio. En medio del terreno estaba enterrado un tronco seco de mezquite, sobre él había otro trozo irregular de madera en cuyo extremo se afianzaba un molino de color rojo marca Estrella; Micaela puso la tina sobre una silla y con las manos agregó carne en la boca del molino, metió una palangana en la salida y giró con fuerzas para moler casi 20 kilos de carne -Ya llegué Micaela, también traje a mi comadre para ayudar- dijo la Chabela de Chalón que venía acompañada de la Socorrito de Esteban, listas y dispuestas a cocinar junto a Micaela, ellas eran las acomedidas de la boda.

-Amaaaaá, ¿cómo va la comida?- gritó Teresa mientras le ponían tubos de plástico en la cabeza para darle forma a su corta cabellera -Deja de preocuparte por eso Teresa, aquí siguen mis comadres ayudando-. Después de moler la carne, las acomedidas habían amasado 25 kilos de harina para hacer las tortillas grandes que acompañarían el platillo, para ese momento ya las tenían dobladas y frías envueltas en una servilleta de tela, ahora estaban preparando litros y más litros de chile colorado, eran las 2 de la mañana.-Ni te preocupes Teresita, huele muy bien lo que están haciendo- dijo la maquillista saboreándose con los aromas que entraban desde la hornilla por la puerta del corredor...

"Clan clan clan..."

Inmediatamente después de la tercera llamada, Cipriano tronó sus dedos y comenzó a tocar la marcha nupcial desplazando ágilmente sus yemas sobre el órgano que estaba en lo alto, en el coro de la Iglesia de San Pedro Apóstol. Por los pasillos de la iglesia corría el Choro de la Chapa con una cajita de cerillos encendiendo las lámparas de petróleo; había una oscuridad densa, eran las 4 de la mañana, y como el cura debía celebrar en 5 comunidades trasladándose en caballo no había mejor horario disponible para el casorio.

-Benedicat vos omnipotens Deus, Pater, et Filius, et Spiritus Sanctus- cuando el padre López dio la bendición, ya estaba empezando a aclarar, en casa de la novia atizaban y hervían las ollas; todos los vecinos prestaron platos para que sirvieran la comida del festejo, o mejor dicho, el desayuno, se trataba de unas albóndigas de res con bastante yerbabuena y ajo, cocinadas en una salsa caldosa de chile colorado; cada invitado tomaba un trozo de tortilla y la zambullía para mojarla y agarrar una bolita repleta de aroma y sabor.

Las albóndigas son un plato muy antiguo, la primera versión data del siglo IX a.C. en Mesopotamia, a México llegaron mediante los españoles y una de sus tantas versiones se prepara en San Pedro de la Cueva, Capital del Mundo, la cual es poco común, solo un par de pueblos de la sierra sonorense las preparan de la misma manera.

Chef Juan Angel Vásquez - Licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos  gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.

Temas relacionados Alimentos boda Sierra de Sonora