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25/02/2025 09:22 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 25/02/2025
@chefjuanangel
-¡Esta es la caja Bernardo!-
-Pero no voy a caber aquí-
-¡Claro que vas a caber muchacho!, te sientas, doblas las piernas hacia ti, las sujetas con los brazos y listo-
Al frente de la caja se alcanzaba a leer "Frigobar modelo RC-550SS"; y aunque Bernardo medía 1.80 metros, pudo entrar en aquella caja de cartón de 90 centímetros de largo, por 60 de ancho y 65 de profundidad -¡Ya deja de moverte, Bernardo, no te estires, vas a romper la caja! ¡Maldito chamaco, a ver si no echa a perder el plan!-
-Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea...- Bernardo comenzó a repetir todas las oraciones que su madre le había enseñado mientras escucha el rechinar de una cinta adhesiva color canela que los empacadores pasaban a lo largo y ancho de la caja para cerrarla muy bien -Ay mamacita querida, ay mamacita querida- la caja se empezó a elevar sobre una tarima de madera, Bernardo sudaba a chorros, aclamaba a su madre y sentía que iba a salir volando -¿Ya merooo?- gritó desde el interior de la caja apenas iluminada por los orificios que tenía como agarraderas -¡Ay, este chamaco que no se calla!. ¡Cállate mijo y no hagas ruido, cuántas veces debo decírtelo!- un montacargas subía y acomodaba tarimas, con 4 cajas cada una, en el contenedor de un tráiler color rojo identificado por letras amarillas dibujadas en sus dos puertas "Transportes Bicentenario" -¡Carga completa, se cierran las puertas!- el chofer cerró tres candados a lo largo del pasador y emprendió el viaje. El interior de la caja se había oscurecido por completo, el único destello que aparecía de repente era la luz de un reloj Casio que le había regalado su mamá un mes antes durante su cumpleaños -Ayy, esa barbacoa con frijoles, qué rica estaba- pasaron 6 horas de viaje y las tripas de Bernardo comenzaron a emitir fuertes sonidos, propios de un largo ayuno; por su cabeza pasaban imágenes de los platos rebosantes de comida que su mamá había preparado y servido durante el festejo.
-¡Good night! Veamos, ¿qué traer usted por aquí?- con un largo bastón negro de acero, el agente de migración comenzó a golpear las cajas para verificar la solidez de su contenido -¡Ey, Joe! te llaman de arriba- cuando seguía el turno de la caja sorpresa, el agente fue llamado por su jefe, el relevo tomó el bastón y empujó las puertas del tráiler para cerrarlas -Buen viaje, maneje con cuidado, "be carefull"- en ese momento Bernardo explotó en llanto, sus esfínteres no pudieron aguantar más e inundó de orina toda la base de la caja, empapando también su pantalón y parte de la camiseta con logotipo que decía "Mariscos Los Compitas, El Paso TX".
Dos semanas atrás, Bernardo de apenas 16 años estaba atendiendo la mesa #12 de la palapa de mariscos donde trabajaba medio tiempo; cuando los comensales pagaron la cuenta dejaron 10 billetes de $50 dólares como propina -Una disculpa, solo me gustaría corroborar que no haya sido un error la cantidad de billetes- dijo apenado el jovencito -Mira muchacho, eso puedes ganar en un día en mi restaurante. ¡Vámonos al Paso, Texas!- dijo uno de los sujetos con una sonrisa que dejaba entrever sus colmillos postizos fabricados con oro de 14 kilates -Tú déjate querer y ya verás, toma esta camiseta-
Bernardo pensó que podría ahorrar para ayudar a su mamá y poder terminar la ingeniería trunca, pero nunca imaginó que viajaría 12 horas dentro de una caja, tampoco le informaron que durante su estancia comería las sobras de los platos, ni que dormiría en la bodega trasera del restaurante.
A los 6 meses, Bernardo se armó de valor y huyó con 300 dólares en la cartera, cruzó de regreso a México y cuando llegó a Hermosillo, su mamá lo estaba esperando con un plato de barbacoa, frijoles y sopa fría -Gracias mamá- entre lágrimas y besos se abrazaron fuerte. Pocas veces se reconoce el verdadero valor que tiene un plato cocinado y servido por las manos de nuestras madres. No esperemos un calvario como el de Bernardo para apreciarlo y agradecerlo.
Bernardo solo gastó 100 dólares en el viaje, los 200 restantes los entregó a su madre dentro de una cajita que incluía la camiseta del uniforme, en su interior había una tarjeta que decía: "Mamá, gracias por siempre alimentarme".
Chef Juan Angel Vásquez - Licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos gastronómicos para plataformas digitales y embajador de marcas de alimentos.