"La Dama del Silencio: El caso Mataviejitas"
Por Thalía Ballesteros
A finales de los 90 y principios de los 2000, la Ciudad de México se vio sumida en el terror debido a una serie de crímenes que causaron un profundo impacto, especialmente entre los ancianos. Una figura robusta y fuerte se dedicaba a asesinar mujeres de la tercera edad, desatando un revuelo que involucró a la policía, el gobierno y la sociedad en general.
En el año 2006, finalmente fue capturada Juana Barraza Samperio, conocida como "La Mataviejitas", quien recibió una sentencia de 719 años de prisión. Esta implacable asesina sería conocida también como "La Dama del Silencio", una luchadora sin escrúpulos.
Recientemente, Netflix presentó "La Dama del Silencio: El caso Mataviejitas", un documental que explora la historia de esta temible asesina en serie, condenada por el homicidio de 17 mujeres mayores y 12 robos, aunque se sospecha que sus crímenes fueron aún más numerosos. Según el documental, "La Mataviejitas" solía disfrazarse de enfermera para atraer a sus víctimas.
Cuando se habla de asesinos seriales, dos aspectos importantes merecen destacarse: el extraño fanatismo que algunos tienen hacia estos personajes y, por otro lado, el dolor y empatía de las familias y personas afectadas, quienes no desean que sus seres queridos sean reducidos a meros números de víctimas.
Juana Barraza Samperio fue de cierta manera glorificada con cumbias y corridos, imágenes, casi una leyenda. Una mujer respetada y temida en el reclusorio donde se encuentra. Fiel seguidora de la Santa Muerte.
En una época en la que México estaba abrumado por la delincuencia organizada, asesinatos y robos, Juana Barraza desafiaba todos los estereotipos, pues inicialmente las autoridades buscaban a un hombre como responsable de estos crímenes. La sorpresa fue enorme al descubrir que la responsable era una mujer.
La presión social llevó a la captura de dos sospechosos de ser "mataviejitas". La primera, una mujer de baja estatura y sin la fuerza suficiente para cometer los asesinatos, se declaró culpable de robo, pero siempre negó haber asesinado. La segunda captura fue un hombre que se vestía de mujer para cometer sus crímenes, lo que lo convirtió en un sospechoso evidente. Aunque no niego la posibilidad de que estos individuos fueran delincuentes, sus casos presentan dudas significativas, especialmente en comparación con la certeza de la culpabilidad de Juana Barraza.
Además, el documental pone de manifiesto las fallas en el desempeño de la fiscalía y la policía capitalina. A pesar de que se destinaron recursos y esfuerzos para capturar a la asesina, finalmente fue un ciudadano, amigo de una de las víctimas, quien la descubrió "in fraganti", con la suerte de que un par de policías estuvieran cerca.
Aunque la historia de Juana Barraza es conocida y relevante en el país, el documental nos permite revivir la época en la que ocurrieron estos atroces crímenes y cuestionar cómo se manejaban estas situaciones en ese entonces. Es un recordatorio de cómo se dejaba de lado a las víctimas de Ciudad Juárez, donde los asesinatos eran tres veces más frecuentes y la impunidad imperaba. Es innegable que hubo errores, pero hay una persona que sigue cumpliendo una condena que quizás no le correspondía y ha quedado en el olvido, hasta por los mismos responsables de la "justicia".
Aunque me pareció que la música de fondo en ocasiones restaba seriedad a las imágenes presentadas, es justo reconocer el trabajo de la cineasta María José Cuevas y la productora Laura Woldenberg, nos permitieron adentrarnos en una realidad pasada y reflexionar sobre la situación del país en aquel entonces.
Cuevas y Woldenberg se distanciaron de glorificar la imagen del delincuente y, en cambio, se enfocaron en lo que realmente importa: las víctimas. Por esta razón, el documental merece 4.5 Thalíestrellas.
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