La metamorfosis de Morena
Por Manuel Valenzuela V.
Tres hechos me llamaron la atención durante la última semana: las acciones de Omar García Harfuch, el Ejército y la Marina, ordenadas por la presidenta Claudia Sheinbaum para detener a personajes de alto perfil del crimen organizado en Sinaloa; la intensa campaña de afiliación de Morena, encabezada por Andrés López Beltrán para lograr la meta de llegar a diez millones de afiliados; y la exigencia -a través de una carta- del Mayo Zambada al gobierno mexicano para que proceda a su repatriación.
En el primer caso, la intensión parece clara: mostrar a Donald Trump que México está comprometido con la lucha contra los criminales y que, junto a su voluntad para detener la migración hacia el norte -expresada en el desplazamiento de diez mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera- son muestras claras que merecen ser compensadas con la cancelación de los aranceles anunciados para ser efectivos el próximo 4 de marzo.
En ese esfuerzo pueden ubicarse las detenciones de dos personajes ligados a los Chapitos que, según nos dicen, eran muy importantes en la estructura del grupo criminal: Kevin Alonso N, apodado "El 200" y José Miguel N, "el Güerito" que se desempeñaban como jefes de seguridad y operador financiero de Iván Archivaldo Guzmán respectivamente. Sheinbaum parece haber echado toda la carne al asador para detener a los chapitos debido la intensa presión del presidente de los Estados Unidos.
En términos políticos estas acciones se podrían leer como el deslinde definitivo de Claudia Sheinbaum con la política de "abrazos, no balazos" de su antecesor López Obrador. A este panorama que parecía claro, se sumó el fin de semana un nuevo elemento que pudiera cambiar la ecuación. Me refiero a la carta que envió a nombre del Mayo Zambada su abogado, donde aquel exige que lo repatríen a México o vendrá "el colapso en las relaciones entre los dos países" cualquier cosa que esto signifique. Quizá esto pudiera pone a prueba la voluntad de Sheinbaum de seguir atacando a los carteles, pero es temprano aún y falta más información para valorarlo.
El otro frente, el que refiere a la intensa campaña de filiación masiva a Morena, parece exhibir otra cara del grupo en el poder. Recientemente pudimos ver la fotografía donde Andrés López Beltrán, secretario de organización del Comité Ejecutivo de Morena, aparece junto al todavía gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, mostrando orgullosamente su credencial de Morena, en un gesto que pareciera expresar la chapa de impunidad que el obradorismo sigue brindando al gobernador.
Como si eso no fuera suficiente, el día posterior aparece el mismo "Andy" mostrándose junto a Miguel Ángel Yunes Márquez, quien también se afilió a Morena. También aparece en esa misma fotografía Gerardo Fernández Noroña que viniendo del PT ahora se afilió al partido guinda.
Por la tarde, los noticieros de radio y televisión mostraron al secretario general del SNTE, Alfonso Cepeda Salas, anunciando su afiliación a Morena y prometiéndole a su nuevo partido nada menos ni nada más que cinco millones de afiliaciones (1.5 millones de maestros y el resto de sus familias). Cualquier semejanza con los tiempos del corporativismo del viejo PRI es mera coincidencia.
Lo cierto es que la transformación del viejo PRI en Morena parece cada vez más nítida. Súmele usted a los nombres anteriores, el de Américo Villarreal, Adán Augusto López, Alejandro Murat, Pedro Haces, Ricardo, David y Saúl Monreal, Alfredo Ramírez Bedolla, José Carlos Ramírez Marín y sígale usted sumando. ¿son ellos los que ahora nos van a dar clase de ética y moralidad? ¿son ellos los que ahora van a encabezar la lucha en contra de la corrupción que identificó el discurso (no los hechos) de Morena en sus inicios? Hay razones suficientes para dudarlo.
Pero no solo son los nombres los que identifican ahora a las guindas de ahora con los tricolores de antes, vea usted las prácticas: el nepotismo en los puestos públicos (los clanes Monreal, Batres, Alcalde Luján, etc.), las ministras y magistradas carnales (Yasmín Esquivel, Lorena Batres, Loreta Ortiz, Mónica Soto) o los magistrados Felipe de la Mora y Felipe Fuentes; la subordinación del Poder Judicial al Ejecutivo en proceso de consumarse con la reforma reciente; la impunidad como pago a favores políticos como lo vimos en el caso de Yunes, o de los exgobernadores priistas que luego de fueron de embajadores o cónsules en diversos países (Claudia Pavlovich incluida).
Esa es la gente y las prácticas en el ejercicio del poder que empiezan a ser dominantes en Morena y en los gobiernos de la 4T. Esto de la afiliación masiva de los maestros del SNTE que prometió Cepeda Salas parece la culminación de la metamorfosis de Morena en el viejo PRI de los años setenta. No dudaría que pronto suceda algo similar con lo que queda de la otrora poderosa CTM o con la CNC si es que todavía existe.
Pero no solo es Morena y su enorme control político en el país lo que asemeja al panorama político de los años setenta, también lo es la debilidad de los partidos de oposición: el "nuevo" PRI en manos de "Alito" Moreno, el PAN que recién dejó Marco Cortés y Movimiento Ciudadano de Samuel García, el pintoresco gobernador "fosfo-fosfo" de Nuevo León y su alfil Jorge Álvarez Máynez, tampoco están en condiciones de darnos clases de ética ni representar una opción verdadera de cambio.
Lo anterior no quiere decir que no haya gente muy valiosa y capaz en los partidos existentes, incluso en la propia Morena, que todavía tengan principios y crean en las instituciones democráticas y en el respeto a los derechos fundamentales. Sin duda los hay en las organizaciones políticas existentes, pero quizá la nueva oposición tendrá que surgir de la sociedad civil. Ahí está el verdadero potencial que puede reencausar al país, pero de acuerdo con nuestras leyes tendrá que asumir la forma de partido político para poder participar en la lucha electoral. Habrá que volver a empezar.