La muerte del Papa Francisco y los retos de la iglesia
Por Manuel Valenzuela V.
Nos despertamos este lunes con la noticia de la muerte del Papa Francisco. Un evento que, aunque esperado, ha llenado de tristeza a millones de católicos del mundo, y también a muchos no católicos que comparten muchas de las causas por las que Oscar Mario Bergoglio expresó sus simpatías y luchó en su vida. Tal es el caso de la paz digna en la Franja de Gaza y el trato respetuoso a los migrantes a los que se refirió el mensaje leído por su secretario de prensa en la Basílica de San Pedro el domingo de pascua.
Con la muerte de Francisco, se cierra el pontificado del Papa 266 de la Iglesia Católica y se declara vacante la Santa Sede para que los Cardenales elijan en fecha próxima a quien será el llamado "heredero de San Pedro".
No es mucho lo que un escribano como su servidor puede decir sobre los temas religiosos que desconozco. Ya los expertos nos arrojarán luz sobre el balance del pontificado de Francisco, sus principales logros y los pendientes que deja para una institución milenaria que siempre encuentra muchas resistencias para reformarse.
Lo que hasta ahora sabemos es que el Papa Francisco fue pionero en muchas cosas: fue el primer papa no europeo y por tanto el primer latinoamericano y americano en ejercer la máxima responsabilidad en la Iglesia Católica. También fue el primer papa Jesuita, es decir de una orden sacerdotal distinguida por su labor misional y de cercanía con los más necesitados.
Por todo ello, he leído que el Papa Francisco despertó muchas expectativas de convertirse en un reformador de época en aquellos temas en los que la Iglesia se ha quedado rezagada con respecto a la evolución de la sociedad. Me refiero a temas como la marginación de las mujeres para ejercer el sacerdocio; la obligatoriedad del celibato en los sacerdotes y demás ministros de la iglesia, a pesar de su evidente carácter antinatura y que tantas desviaciones ha provocado a lo largo de la historia; el divorcio y la posibilidad de permitir el matrimonio en segundas o terceras nupcias; la consideración de la homosexualidad como pecado y la no aceptación de bendecir a las parejas de homosexuales.
En todos estos temas el Papa Francisco no pudo, o tal vez no quiso, avanzar. El peso de la tradición y de los intereses de la iglesia al parecer siguen siendo tan fuertes que no pueden avanzar.
Muy pronto volveremos a escuchar del enfrentamiento entre reformadores y tradicionalistas en su lucha para elegir al nuevo Papa, y lo más probable es que otra vez nada pase. Es poco probable que el cierre del pontificado del sacerdote jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio marque el inicio de un nuevo ciclo para la iglesia católica que aún tiene millones de creyentes en el mundo. Ojalá nos den la sorpresa los cardenales que pronto elegirán al nuevo Papa.
Si usted se quiere dar una idea más clara del ambiente y los intereses que se mueven en los procesos de elección de los nuevos pontífices, le recomiendo ver la película Cónclave que estuvo nominada para varios Premisos Óscar, de los que ganó uno, en la ceremonia de premiación de este mismo año.
Es una película basada en un libro del mismo nombre, Cónclave, de Robert Harris. Su director es Edward Berger y el protagonista es Ralph Fiennes, que interpreta al administrador de la Santa Sede del Vaticano y es el organizador del Cónclave.
En la película tiene una participación relevante un cardenal mexicano, el padre Benítez, interpretado por Carlos Diehz, un actor mexicano residente en Vancouver Canadá.
Les comento que hace pocos días puede ver la película y quedé gratamente impresionado con ella. La producción es excelente, recrea hasta lo detalles más mínimos de la realización del Cónclave, incluyendo los aposentos de los cardenales en la Casa de Santa Marta y, sobre todo, el interior de la Capilla Sixtina, donde se reúne el Conejo Cardenalicio.
Pero lo más importante de la película es la lucha de poder que se desarrolla entre los cardenales del ala conservadora, que impulsan la candidatura del cardenal Tremblay, y los del ala liberal o reformista que apoyan al cardenal Bellini. En medio de la disputa por el poder papal y de la polarización de los bandos, aparece por ahí un cardenal mexicano que ejerce su apostolado en ciudad de Kabul (Afganistán), una sede peligrosa para la escasa feligresía católica frente a la mayoría musulmana, y cuyo nombre no aparece en las listas oficiales de los cardenales.
Se trata del padre Benítez que no tiene ningún interés en posiciones políticas ni religiosas, pero que tiene un discurso fresco, unitario y comprometido con una iglesia misional. De pronto se convierte en una opción para presidir a una iglesia dividida. Lo que sucede al final, no se los cuento para que lo descubran cuando vean la película.
Yo la vi en Amazon Prime Video, pero creo que también esté disponible en otras plataformas de Steaming como Disney.
Para los escasos lectores que deseen conocer un poco más la perspectiva histórica, no doctrinal, del cristianismo, les recomiendo un excelente libro que estoy leyendo y que aún no concluyo. Se llama justamente "La Historia del Cristianismo" y es del prestigiado historiador inglés Paul Johnson. Lo publicó el Grupo Editorial Penguin Random House, y la edición para México es de 2018.