18/12/2023 12:56 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 18/12/2023
Manuel Valenzuela V.
Cerramos el año con noticias tristes para la república. El nombramiento de Lenia Batres como ministra de la Suprema Corte de la Nación confirma la visión autoritaria del poder que tiene el presidente y del poco respeto que le tiene al principio de la división de poderes. Quizá esas sean buenas noticias para él y para Morena, pero no lo son para la vida democrática del país.
Estamos de regreso en el pasado, justo en los tiempos del PRI autoritario de los años setenta. Cuando muchos suponían que con la llegada de la izquierda al poder se alcanzarían nuevos niveles de democracia y que el gobierno republicano se fortalecería, la realidad se ha impuesto a los buenos deseos, hoy hemos regresado al gobierno autoritario y unipersonal que la lucha democrática se propuso combatir hace por lo menos medio siglo.
El presidente optó por una destacada militante de Morena (ministra carnal dirían algunos), sin experiencia suficiente como jurista y mucho menos como constitucionalista, en lugar de una persona imparcial y experta en derecho constitucional, que generara confianza en la sociedad y que consolidara al máximo tribunal del país para actuar conforme a la ley y con profundo respeto a la constitución en lugar de hacerlo en función de lealdades partidarias.
Una vez consumado el acto, la república se ha debilitado y el soberano de ha consolidado, aunque solo le queden nueve meses en el poder. No había ninguna necesidad de tal desplante autoritario pues al ministro Zaldívar aún le quedaba un año para que concluyera su periodo cuando lo forzaron a renunciar. En realidad, este nombramiento le correspondía al próximo presidente o presidenta, pero se adelantó un año para que sea el actual jefe del Ejecutivo quien propusiera las ternas y una vez rechazadas por el Senado. como sucedió, él nombrarla directamente.
Ya no hay nada que hacer al respecto, al menos por ahora. Este será uno de los legados por los que al presidente de la república se le recordará en el futuro: haber intentado capturar al máximo tribunal del país para que obedezca la línea del Ejecutivo. Por fortuna para la división de poderes, no lo logrará en su sexenio ya que los ministros subordinados siguen siendo minoría.
Por si existiera alguna duda de la visión autoritaria del presidente, la semana pasada anunció que, para el próximo periodo de sesiones del Congreso federal, propondrá la eliminación de los organismos autónomos que él considera que "no sirven para nada". Habló del Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), de la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE). El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFETEL) y de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) que es un organismo de la administración central pero que cuenta con autonomía técnica y de gestión y se encarga de regular el mercado energético del país, y agregó y todos los demás que "no sirven al país".
Todo este andamiaje institucional que el presidente pretende destruir son logros importantes que se han logrado para acotar el poder presidencial, garantizar el ejercicio de derechos ciudadanos y acotar los poderes monopólicos tanto del sector privado como de las empresas públicas que distorsionan el funcionamiento de los mercados en detrimento de los consumidores finales.
Por ahora ese pronunciamiento del presidente parece solo un deseo más que una realidad. En todos los casos se requeriría modificar la constitución y el oficialismo no tiene los votos suficientes en el Congreso, sin embargo, expresa muy claramente el modelo de gobierno al que aspira el actual mandatario y que pretende heredar a Morena.
Una lectura complementaria a la anterior deriva de tratar de responder a la pregunta ¿por qué el presidente toma estas decisiones sabiendo que podrían afectar a la candidata de Morena a la presidencia de la república, Claudia Sheinbaum, en sus pretensiones de arrebatar a Xóchitl Gálvez parte del voto de las clases medias que en su mayoría han apoyado el proceso de democratización del país? La respuesta es que el presidente está pensando más en sí mismo, en su legado personal, más que en la continuidad del proceso de transformación.
También pareciera indicar que o no le tiene plena confianza a Sheinbaum en el sentido de que tomará las decisiones que a él le gustan, o en el fondo no tiene confianza en que la candidata de Morena pueda ganar o, quizá, las dos cosas. Si tuviera plena confianza en la candidata y en su triunfo, no tiene sentido el haber forzado a Zaldívar a renunciar un año antes de que se cumpliera su periodo para él decidir su relevo. Muy bien podría habérsela dejado a Sheinbaum que le correspondía.
Tampoco parece tener mucho sentido anunciar la decisión de desaparecer los organismos autónomos a sabiendas de que eso no es viable porque carece de las mayorías que se requieren para modificar la constitución, y que con su propuesta va a forzar a Sheinbaum a apoyar su propuesta y, con ello, arrinconarla a avalar la visión autoritaria del poder que él tiene. Esto en nada beneficia a una candidata que, tarde o temprano, tendrá que definir su propio camino para desligarse del mero continuismo y del peligro del Maximato que por ahora se vislumbra.
En fin, ya veremos lo que sucede los próximos meses y lo platicaremos aquí en "La Periquera". Por lo pronto les deseo a los muy escasos lectores de esta columna, que tengan felices fiestas y mucha salud. Nos encontraremos el próximo año si el destino no dispone otra cosa.