02/10/2023 13:44 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 02/10/2023
Les comentaba a los escasos lectores de "La Periquera" en mi colaboración anterior, que me interesa entender mejor el comportamiento electoral de los ciudadanos de los Estados Unidos debido, sobre todo, al nivel extremo de polarización al que se ha llegado y a las implicaciones que tiene para México y el mundo lo que ahí sucede. También les decía que leí un libro que se llama "Cómo mueren las democracias" de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, del que aprendí cosas muy interesantes. En esta entrega les comparto algo acerca de lo que los autores llaman salvaguardas de la democracia.
Cuando Estados Unidos constituyó el primer sistema presidencialista del mundo, establecido en la constitución de 1787, y dejó de lado el sistema parlamentario que era el más popular en Europa, existía la preocupación de que el sistema abierto para la elección del presidente pudiera ser aprovechado por personajes carismáticos y populistas que convencieran a los votantes con un discurso atractivo, pero luego terminaran gobernando como tiranos y destruyeran la democracia. Así lo dejó explícito uno de los padres fundadores, Alexander Hamilton, en El Federalista No. 1 y argumentó que era necesario establecer algún mecanismo de cribado que detectara a tiempo esas personalidades peligrosas para la democracia y evitara que sucediera lo anterior.
El mecanismo de cribado que propuso fue el del Colegio Electoral, integrado por los que él llamó los "compromisarios", integrado por las personas más prominentes en la esfera local de cada estado, quienes debían analizar las cualidades de las personas que iban a gobernar al país. Esta propuesta complementaba lo establecido en el artículo dos de la Constitución que era el sistema de elecciones indirectas. Según Hamilton, este mecanismo evitaría que "los hombres con habilidades en la pequeña intriga y en esos trucos que provocan la popularidad no pasaran el filtro." Fue así como el Colegio Electoral se convirtió en el primer sistema de cribado para salvaguardar la democracia.
Sin embargo, ese mecanismo de cribado fue efímero ya que el Colegio Electoral opera a posteriori de las elecciones y la constitución nada dice de cómo deberían elegirse los candidatos de los partidos. De hecho, la carta magna ni siquiera menciona la existencia de los partidos, así que, una vez creados los mismos a principios del siglo XIX, fueron los personajes más destacados de los partidos a nivel local los que conformaron el Colegio Electoral. De ahí que en los hechos fueron los partidos quienes pasaron a ejercer esa labor de cribado de los candidatos.
El problema fue que los partidos se enfrentaron a un doble imperativo muy difícil de cumplir: elegir a un candidato popular y no dejar pasar a los demagogos. Así fue como en 1830 se creó el sistema de convenciones de los partidos a las que asistían los dirigentes de estos en los estados. Los delegados participaban en el debate y la convención elegía al candidato del partido. Fue hasta principios del siglo XX cuando se iniciaron las elecciones primarias en los estados, pero no tenían carácter vinculante, es decir los delegados no estaban obligados a votar por determinado candidato.
Polarización, autocracias y democracia
El mecanismo funcionó porque en ellas tenían voz cantante los funcionarios más respetados y serios de los partidos, aunque se les acusaba de ser opacos y poco democrático el sistema. En el tiempo que este sistema operó, las dirigencias partidarias fueron capaces de detener a candidatos populistas identificados como peligrosos para la democracia. Los casos más famosos fueron los de Henry Ford en 1924, Huey Long en 1936 y George Wallace en 1964 y 1968, todos ellos por el Partido Demócrata.
En el caso de Ford, éste se hizo muy popular con un discurso en contra de los banqueros a quienes acusaba de ser judíos y bolcheviques. De hecho, Ford recibió la orden de la Gran Cruz del Águila Alemana otorgada por Hitler en 1938. Fue identificado como candidato peligroso para la democracia y cribado por el Partido Demócrata. Lo mismo le sucedió a Huey Long en el mismo partido, quien no llegó a postularse porque fue cribado por ser un populista que se saltaba todas las reglas del partido. George Wallace, un segregacionista blanco, ex gobernador de Alabama que hizo campaña en contra de los derechos civiles participó en 1964 y 1968 en las primarias demócratas, pero fue detenido por el sistema de cribado que operaba.
El partido republicano tampoco se salvó de personajes como os anteriores. En 1938 y 1939, Charles Lindbergh, un defensor de la pureza racial y partidario de Hitler, que fue condecorado con una medalla de honor por Hermann Göring, fue un personaje muy popular e intentó ser candidato a la presidencia por el partido republicano, pero fue cribado por las élites del partido.
Sin embargo, este sistema de cribado que operaba a través de las convenciones partidarias no vinculantes fue criticado por antidemocrático, lo que llevó a la reforma del sistema de partidos de 1972, que recomendó el sistema de elecciones primarias vinculantes en los partidos. Es decir, que las convenciones partidarias se realizaran exclusivamente con delegados electos y que éstos estuvieran obligados a votar por el candidato ganador en su distrito. Ambos partidos adoptaron ese sistema y, de esta manera, se eliminó el sistema de cribado en los partidos y se abrió la puerta a que los candidatos populistas a los que tanto temía Alexander Hamilton se hiciera realidad.
De lo que sucedió después de 1972 se los comentaré en otra colaboración.