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Los coshabuena

Una historia de sacrificio y esperanza como la de muchas madres y padres de familia que luchan diariamente contra el hambre.

Taza de café
Taza de café Especial

por Juan Ángel Vásquez

31/12/2024 08:33 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 31/12/2024

@chefjuanangel

-¡Nos vemos pa'diciembre vieja, cuídenla mucho chamacos, ahora ustedes son los hombres de la casa!- entre lágrimas, sollozos y el llanto inquebrantable de Francisco, el más pequeño de la familia, se despidieron de papá. Era 04 de enero de 1982, en la Capital del Mundo hacía un frío que calaba los huesos y paralizaba las articulaciones; Tere envolvió a los tres pequeños con su rebozo, les besó la frente empapando con lágrimas sus cabelleras negras rizadas y trató de animarlos -¡Vamos a la cocina, les voy a hacer un atolito de masa!-

Francisco subió a "La Calandria", el camioncito rojo con franja blanca que a paso lento viajaba cada tres días a la capital, y de ahí, emprendió un largo viaje entre raites y caminatas hasta cruzar el desierto de Altar, para después de 2 semanas, llegar a trabajar en la cosecha de papa al norte de los Estados Unidos -Miren chamacos, vengan, llegó una carta de "Airajo" (Idaho), dijo Teresa mientras abría el sobre blanco con postal de George Washington en la esquina "Teresa, Pancho, Octavio y Alberto, han pasado tres meses desde que tuvimos que separarnos; chamacos, me imagino que su mamá ya les dijo que todo esto es por su bien, las sequías en el pueblo van de mal en peor y lo mejor que pudimos hacer fue vender las 4 vacas y dejar de sembrar la milpa para venirme pa´cá, juntar unos dolaritos y regresar para estar juntos otra vez, ya pronto me van a pagar y les mandaré un giro postal...", habían pasado 91 días desde que Francisco se había ido a los Estados Unidos, y no había recibido pago alguno. En el pueblo Tere se las había arreglado para llevar alimento a la mesa. Siempre iba al final de bodas y fiestas, juntaba botes de aluminio para vender, lavaba y planchaba ajeno, pero no había dinero suficiente para llevar siquisiera dos comidas a la mesa -Vengan, Catalina me trajo leche para el café- eran las 8 de la noche, sobre la mesa de madera con mantel de hule transparente había 4 tazas de peltre servidas hasta la mitad con café recién colado. Al centro, junto a la azucarera vacía y el salero lleno de sal con arroz, se encontraba una botella de cristal con tapa de aluminio y un trozo de papel estraza con letra cursiva que decía: "leche para Tere" -¡Mamaaaaaa. quiero "cosha" buenaaaa!, ¡mamaaaá, quiero "cosha" buena!- el pequeño Francisco sobaba su pancita entre lágrimas y gritos desesperados clamando por un suculento plato de comida, y es que durante los últimos meses, Tere solo había podido darles frijoles caldosos, sopa aguada de fideos y mucho café; cuando los vecinos horneaban, le ofrecían galletas a los pequeños, mientras que Catalina trataba de guardarles leche de la ordeña diaria para que pudieran pintar sus tazas de café y así no lo bebieran negro -Francisco, ven, Catalina trajo lechita, mira, el cafecito con leche es cosha buena- dijo su mamá al pequeño, Francisco volteó a la mesa, arrimó una silla y de un brinco tomó asiento, fijó su mirada en la taza de café mientras secaba sus lágrimas con las mangas de la camisa -Mamá, ¿me das algo para remojar?- Tere abrió los ojos y dispersó la mirada en cada rincón de la cocina, las gotas de sudor recorrían su frente, Francisco la observaba fijamente con la mirada llena de esperanza -Francisco, ahora que llegue el giro postal de tu papá compraremos muchas galletas de animalitos para sopear el café- las mejillas del pequeño comenzaron a empaparse de lágrimas y nuevamente se escuchó el clamor -Quiero "cosha" buenaaa, mamaaá, quiero "cosha" buena para "chopear" el café con leche de la Catalina"-

Cuando los hermanos Alberto, Francisco y Octavio jugaban conmigo frente a la casa de mi nana Catalina, desconocía por qué les decían los "coshabuena". Ahora no solo sabemos el origen, sino que conocemos una historia de sacrificio y esperanza como la de muchas madres y padres de familia que luchan diariamente contra el hambre. Los "coshabuena" ahora son exitosos profesionistas que siempre tienen galletas para sus hijos en la despensa; Teresa es tratada como reina y goza servirles "coshas buenas" a sus nietos.

Chef Juan Angel Vásquez - Licenciado en Periodismo y chef profesional, creador de contenidos gastronómicos para plataformas digitales