24/06/2024 12:56 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 24/06/2024
Manuel Valenzuela V.
Seguramente todos hemos escuchado la expresión "La noche de los cuchillos largos" generalmente referida a lo que sucedió en Alemania pocos meses después de que Hitler fuera nombrado Canciller por el entonces presidente Paul von Hindenburg, aunque se dice que la expresión es muy anterior. Sucedió el 30 de junio de 1934 y se trató de una serie de asesinatos (85 reconocidos oficialmente) y miles de arrestos realizados por las fuerzas de élite de los nazis (las llamadas SS) y la Gestapo (policía secreta del Estado) en contra de sus propios correligionarios de ideas (las SA o camisas pardas) y su líder, Ernst Röhm, con el propósito de castigarlo por acciones no ordenadas por Hitler, aunque se extendió también a los opositores.
La expresión se ha usado después para referirse a acciones que se perciben como ajuste de cuentas o de castigo por haberse opuesto al dictado de alguien poderoso, incluso entre cárteles del crimen organizado. Viene a colación por los meses difíciles que empezamos a vivir en México de aquí al momento de la toma de posesión de la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum. Parece que ha llegado el momento de ajustar cuentas y cobrar facturas en varios ámbitos tanto entre los ganadores como entre los perdedores.
Por el lado de grupo triunfador, se afinan los cuchillos largos para relevar a los actuales ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación como parte de una reforma de gran calado al Poder Judicial. También esta semana nos enteramos por la prensa de la salida del aire (inicialmente por dos meses) del programa del periodista Carlos Loret de Latinus y de una supuesta investigación en contra de él y de los inversionistas de esa empresa. No se ha informado aún lo que realmente está sucediendo con este caso, pero ambas son noticias inquietantes y tienen un cierto tufo de venganza y sabor a ajuste de cuentas. Si además recordamos lo que le pasó a Rosario Robles y el ataque mediático contra María Amparo Casar, no suena descabellada esa interpretación.
En el caso de la reforma al Poder Judicial son muchos los cambios que incluye la propuesta que el presidente envió al Congreso en febrero, pero el más importante es la elección directa por los electores de todos los ministros de la Suprema Corte, los magistrados de Circuito y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, lo mismo que los Jueces de Distrito. No es el propósito de esta nota comentar a fondo esta reforma, pero de aprobarse en los términos planteados, los actuales ministros, magistrados y jueces, lo mismo que alrededor de mil 600 jueces que obtuvieron el cargo por exámenes de oposición, cesarán en sus funciones para ceder su lugar a los que hayan sido electos. Esto sucederá en el plazo máximo de un año.
Hay muchos otros aspectos que incluye la reforma; desaparecer al Consejo de la Judicatura y sustituirlo por dos organismos autónomos de La Corte, uno encargado de la Administración Judicial y otro llamado Tribunal de Disciplina Judicial; reducir de 11 a 9 el número de ministros de La Corte, lo mismo que la duración en el encargo, de 15 a 12 años, entre muchos otros cambios.
La reforma propuesta es compleja y tendrá enormes implicaciones no solo en la forma de impartir justicia, sino en general de la vida institucional del país. Por ello extraña la premura con la que se está llevando a cabo el proceso. Cierto que se va a celebrar un parlamento abierto para recoger la opinión de expertos en el tema, barras y colegios de abogados, así como de ministros, magistrados y jueces en funciones, pero ya se nos adelantó que la elección de los ministros, magistrados y jueces, ¡va porque va!
Es un tema tan delicado que valdría la pena analizarlo y debatirlo lo suficiente hasta que se afinara la propuesta. Muchos especialistas coinciden en la necesidad de reformar al Poder Judicial actual, pero con el propósito de mejorarlo, no para politizarlo y acabar con su independencia. Debiera analizarse con calma la propuesta ya bajo la nueva administración, pero al actual presidente le urge que salga en septiembre y él mismo ordenar su publicación en el Diario Oficial de la Federación antes de entregar su encargo el 1 de octubre del presente año. Parece más una obsesión personal y un ajuste de cuentas que una preocupación genuina por mejorar la impartición de justicia.
Ojalá que los especialistas nos iluminen en los próximos días sobre la mejor forma de reformar al Poder Judicial, al menos para que quede constancia escrita para la historia de lo que se recomendó. Lástima que desde ahora se nos diga que lo que opinen no va a servir de mucho porque no se realizarán cambios de fondo.
Pero los cuchillos largos no solo se están afilando en Morena para usarlos en contra del actual Poder Judicial, sino que también se preparan en los partidos que perdieron la pasada elección. Los militantes del PAN y del PRI se disponen a cobrar las facturas a sus dirigencias encabezadas por Marko Cortés y Alito Moreno respectivamente y han iniciado procesos para reponerlas. Lo mismo sucede en MC donde el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, afila los suyos contra Dante Delgado. Del PRD mejor no hablamos dado que ya perdió su registro.
Dice el dicho que las victorias tienen muchos padres y las derrotas suelen ser huérfanas, pero alguien tiene que responder por ellas, y estos son los dirigentes. Por ello decimos que los siguientes serán meses de cuchillos largos.