22/07/2024 12:35 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 22/07/2024
Manuel Valenzuela V.
Continuando con los comentarios generales sobre los retos del futuro gobierno de Claudia Sheinbaum, en esta ocasión abordamos brevemente los desafíos que enfrentará en materia educativa, de salud y el de la relación con Estados Unidos.
En materia educativa, se tuvo un retroceso considerable en la administración actual, no solo en los que a cobertura se refiere en prácticamente todos los niveles, sino sobre todo en la calidad. Cierto que se atravesó la pandemia que nos obligó a migrar intempestivamente del modelo presencial al virtual sin estar preparados y que provocó un rezago de al menos un año en el aprovechamiento de los alumnos, sino que además se produjo un abandono escolar significativo. Según la encuesta realizada por el INEGI para medir el impacto de la pandemia en la cobertura educativa (ECOVID-ED), más de 5 millones de estudiantes de entre 3 y 29 años no terminaron el ciclo 2019-2020, de los cuales poco más de la mitad abandonaron la escuela.
Pero quizá lo más preocupante que se dio fue el giro ideológico en la orientación de la educación básica y media superior en lo que llaman la Nueva Escuela Mexicana, y el descuido en la atención a la ciencia y la tecnología. La educación y el crecimiento económico son los elementos claves del proceso de movilidad social, así que habrá que poner atención a esos factores en el proyecto educativo del nuevo gobierno.
En la educación básica y media superior habrá que poner el eje en el desarrollo de las habilidades y destrezas de los estudiantes para potenciar sus capacidades que les permitan vivir en un mundo digital, pero también para reforzar los valores humanos, el respeto a la vida en sociedad y la cultura de la paz. Esta línea de formación sería deseable que los lenguajes recibieran una atención especial: la educación bilingüe (español e inglés preferentemente) para la comunicación verbal y escrita; las matemáticas para el lenguaje de la ciencia y la tecnología; la computación para la comunicación digital, y las artes para el lenguaje de la creatividad artística y del espíritu.
En materia de educación superior y desarrollo de la ciencia y la tecnología, sería fundamental recuperar los apoyos, seguramente mejor seleccionados y orientados, para la formación de nuestros estudiantes en las áreas de frontera del conocimiento en las ciencias básicas, la tecnología y las ciencias sociales, tanto en universidades nacionales como internacionales. Para ello, recuperar los programas de internacionalización de la educación son muy importantes.
En esta área, así como se ha hecho en materia de comercio, y quizá se hagan en seguridad, promover un acuerdo de América del Norte para el desarrollo del capital humano ayudaría a enlazar prosperidad económica con movilidad social y desarrollo humano. El programa Erasmus de la Unión Europea pudiera servir como modelo.
En materia de salud hay también enormes desafíos. La salud es una parte fundamental de la política social, área que se descuidó y prácticamente se abandonó en la presente administración. El fracaso del INSABI, la cancelación del seguro popular, la falta de medicinas y las restricciones presupuestales a la que se vieron sometidos las instituciones de salud pública, son solo expresiones de la ausencia de una política integral en materia de salud. El reto de la futura administración será darle una vuelta completa a la política en esta materia.
Tal vez haya necesidad de repensar el modelo y buscar la manera de enlazar las capacidades del sector público con las del sector privado en materia de salud. La extensión de sistema de consultorios médicos ligados a las cadenas de farmacias, muchos de los cuales incluyen laboratorios clínicos y servicios de cuidado de la vista, a precios módicos, quizá podría aprovecharse para pensar en una forma de unir esfuerzos para garantizar el acceso a la salud de todos los mexicanos.
Finalmente, otro reto trascendental para el futuro del país es la relación con Estados Unidos. La coyuntura histórica le brinda a México una gran oportunidad para posicionarse como un país clave para el desarrollo de la región de Norteamérica en los próximos años y quizá décadas. Pero también un punto de enlace y mediación con el resto de América Latina, la Unión Europea y China.
Pero no solo el comercio y la inversión forman parte de la agenda bilateral y multilateral de México con Estados Unidos y Canadá, también hay otras áreas que son muy espinosas en la relación: migración y tráfico de drogas (fentanilo principalmente) y sus secuelas en materia de violencia, inseguridad y corrupción con elementos claves que habrá que atender.
Desde luego que una buena política con Norteamérica dependerá en mucho de quien resulte ganador en la contienda electoral en Estados Unidos. Una nueva presidencia de Trump, a juzgar por cómo se expresan de México en la campaña, requerirá una posición firme de parte de la nueva presidenta, de ninguna manera "agachada" como la que tuvo AMLO con Trump. Pero aún con ellos habrá oportunidad de desarrollar una relación pragmática de beneficio para ambos países y para Canadá.
Otro tipo de trato pudiera ser si logran triunfar los demócratas, cualquiera que sea su candidato o candidata, con quienes los mexicanos tenemos más afinidad y, en general, se expresan de manera más respetuosa para con México. Sin embargo, con ambos partidos la relación debe priorizar los intereses del país y el respeto mutuo como condición para buscar beneficios comunes.