21/08/2023 09:56 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 21/08/2023
Manuel Valenzuela V.
Marcelo Ebrard fue noticia la semana pasada. Lo hizo al lanzar una tronante acusación de inequidad en el proceso de Morena para nombrar coordinador nacional de la Cuarta Transformación. Precisó "nunca habíamos visto tanto acarreo, tanto pago de encuestas, ni tanta campaña negra (en mi contra) .... Lo que estamos viendo es el uso de la Secretaría del Bienestar, el uso de las brigadas para decir que el presidente López Obrador quiere a Claudia Sheinbaum como presidenta". Exigió a Morena detener inmediatamente "la cargada" a favor de Sheinbaum y amenazó con que habría muy serias consecuencias para el partido de no cumplirse su demanda.
La noticia llamó la atención de la prensa y se interpretó como el preámbulo para la ruptura de Ebrard con Morena. La especulación aumentó cuando al día siguiente su representante ante la comisión de encuestas no firmó el acuerdo sobre la selección de las encuestadoras que fueron insaculadas. Los columnistas y analistas políticos ya especulaban sobre si Ebrard sería el candidato de Movimiento Ciudadano y cómo esto iba a influir en la contienda de 2024. Sin embargo, algo pasó y el vienes Ebrard reculó y afirmó que se mantendría en Morena sin volver a mencionar el acarreo monumental que él mismo había denunciado.
No es la primera vez que Ebrard titubea. Lo hizo en 2012 cuando siendo jefe de Gobierno de la Ciudad de México, compitió con López Obrador por la candidatura a la presidencia por el partido donde ambos militaban, el PRD, que también se decidió por una encuesta, y donde en las preguntas cuantitativas empataban, pero en la referida a las posibilidades de ganar él superaba al hoy presidente. AMLO no aceptó su derrota (¿le suena?) y Ebrard, por consejo de Manuel Camacho, le cedió el lugar para evitar una ruptura en el partido. Ahí Marcelo tuvo la oportunidad de romper con AMLO y exigir al PRD la candidatura, pero titubeó y no lo hizo. A la postre López Obrador perdió ante Peña Nieto y Ebrard se quedó esperando su siguiente oportunidad.
Marcelo titubeó también cuando al empezar el proceso actual de selección del coordinador de la Cuarta Transformación defendió la idea de que fuera una sola pregunta y exigió que los aspirantes de Morena renunciaran a sus cargos. En ese tiempo Ebrard gozaba de ciertas simpatías tanto dentro como fuera de Morena. Había gente que pensaba que era la persona con más visión y experiencia que tenía Morena, pero que los dados estaban cargados hacia Claudia Sheinbaum desde que el presidente destapó a las corcholatas. Marcelo dio señales que podría rechazar el proceso y tomar su propio camino fuera de Morena, pero titubeó nuevamente y decidió aceptar las reglas y seguir adelante en el proceso, aunque él mismo lo definía como viciado de antemano hacia Claudia Sheinbaum.
Es probable que ese haya sido el momento de Marcelo para arriesgar y elegir su propio camino fuera de Morena, ya que en ese tiempo había un vacío en la oposición y se daba por descontado el triunfo de Morena. Se percibía la necesidad de un candidato ciudadano serio y con visión de futuro que además tuviera cierta independencia de los partidos tradicionales (que siguen cargando con un gran desprestigio) y Ebrard podría tal vez haber llenado ese vacío. Sin embargo, titubeó otra vez y decidió seguir el camino del proceso de selección de Morena.
Posteriormente, ya en el proceso, le apostó a convencer a la base de Morena y a los simpatizantes de que él era más "obradorista" que ninguno de los otros aspirantes, acercó a Pío López Obrador a sus filas y prometió que crearía una secretaría de la Cuarta Transformación, la cual pondría en manos de uno de los hijos del presidente. A la vista de sus posibles simpatizantes externos se vió más lambiscón que ningún otro aspirante. Ahí perdió el encanto que podría tener entre los potenciales votantes externos a Morena.
Por otro lado, en el transcurso de las siguientes semanas, irrumpió la figura de Xóchitl Gálvez que ocupó el espacio que Ebrard podría haber llenado, por ello, el desplante de Ebrard de la semana pasada pareció tardío y sin ninguna perspectiva de éxito fuera de Morena. Lo más probable es que, después de la dura crítica al proceso y a la "cargada" en favor de Sheinbaum, al interior de Morena haya cerrado toda posibilidad de futuro político. De ganar Sheinbaum la presidencia de la República, seguramente le ofrecerán un premio de consolación al principio, pero no hay duda de que más pronto que tarde le cobrarán las facturas pendientes.
En política los tiempos son importantes y pueden ser la diferencia entre el éxito y el fracaso. Tengo la impresión de que Ebrard erró en eso y la realidad lo arroyó. La posibilidad de que él sea el candidato de Morena en la elección de 2024 creo que es cercana a cero, y fuera de Morena su posibilidad de triunfo, en el supuesto de que rompiera cuando se informe que perdió ante Claudia, y de que Movimiento Ciudadano lo adoptara como candidato, es inexistente. Todo parece indicar que el tren se le volvió a ir a Marcelo y esta vez al parecer era la última corrida.