Nos dijeron que calláramos; ¡elijo gritar!
Por Primavera Fraijo
Nos dijeron que calláramos. Que no ocupáramos tanto espacio, que no fuéramos demasiado ambiciosas, demasiado fuertes, demasiado libres. Nos enseñaron a bajar la voz, a medir nuestros pasos, a pedir permiso para existir.
Y nos lo creímos. O al menos, lo intentamos.
Crecimos aprendiendo a hacer silencio en la mesa, a no interrumpir, a sonreír cuando no queríamos, a vestirnos para no provocar, a caminar rápido cuando la calle se hacía larga.
Hemos visto a nuestras madres cansadas, a nuestras abuelas resignadas, a nuestras amigas prepararse, como nosotras, a encogerse un poco para no molestar.
Justo pensaba en todo esto mientras leía "Mujer en punto cero", de Nawal El Saadawi.
"Firdaus", su protagonista, también creyó que debía soportarlo todo. También le dijeron que la obediencia era el único camino posible. Hasta que un día, ya no quiso más. Y eligió. Eligió, en un mundo que nos ha hecho pensar que no tenemos derecho a hacerlo.
El Saadawi nos muestra, con la crudeza de la verdad, lo que significa ser mujer en un sistema que nos quiere sumisas. Pero también nos deja una certeza: hay algo en nosotras que no pueden doblegar. Algo que sobrevive, que se aferra, que arde incluso cuando intentan apagarlo.
"Mujer en punto cero" está basada en una historia real. Es un libro desgarrador, pero imprescindible, que expone, con rigor, las injusticias que enfrentan las mujeres en sociedades patriarcales. "Firdaus" no es solo un personaje, es la voz de muchas mujeres silenciadas.
Nawal El Saadawi (1931-2021) fue una escritora, médica y activista feminista egipcia, considerada una de las voces más influyentes en la lucha por los derechos de las mujeres en el mundo árabe. A lo largo de su vida, desafió las estructuras patriarcales y denunció la opresión de género, lo que le costó censura, persecución y hasta prisión.
Este 8 de marzo, entre las flores y los discursos vacíos, recordemos a todas las que vinieron antes. A las que no sobrevivieron para vernos aquí. A las que gritaron cuando nosotras aún no sabíamos cómo. A las que caminaron para que hoy sigamos andando. Porque todavía falta. ¡Vaya que sí falta! Porque todavía duelen los nombres que se suman a la lista.
Porque no queremos un día para que nos celebren. Queremos una vida en la que no tengamos que luchar para existir.
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