Nubarrones que presagian tormenta
Manuel Valenzuela V.
Los escasos equilibrios del mundo post guerra fría empiezan a desmoronarse rápidamente. A los focos de inestabilidad de Ucrania y la franja de Gaza, esta semana se sumaron el colapso del régimen de Bashar al-Assad en Siria, la reactivación del conflicto en la República de Georgia, el intento fracasado de imponer la Ley Marcial en Corea del Sur y la destitución del primer ministro francés Michel Barnier en Europa.
El vacío de poder que se ha abierto en Estados Unidos después de la elección de Donald Trump, donde la autoridad del presidente Biden está prácticamente borrada, y la visión cerrada de quien asumirá poderes el 20 de enero de 2025, más el enfoque de Rusia centrado en Ucrania, son los elementos que articulan los conflictos.
En Oriente Medio, nos tomó por sorpresa la rápida caída del régimen represivo de Bashar al-Assad en Siria. Una ofensiva rebelde que duró sólo once días terminó con la caída del presidente y su posterior huida hacia Moscú luego de que sus apoyadores rusos e iraníes lo abandonaron.
Rusia demostró que no puede ocuparse por ahora de otro frente diferente a Ucrania, más ahora que parece acercarse a una negociación que la llevaría a apoderarse de al menos un cuarto del territorio de aquella. Por su parte Irán no desea mayores conflictos después de la derrota de las milicias de Hezbolá en el Líbano y de exhibir su propia vulnerabilidad frente a Israel.
Ahora la situación se complica en toda la región y existe la amenaza de caos ya que la milicia dominante que tomó Damasco es de corte Yihadista del fundamentalismo islámico, pero el otro grupo rebelde llamado Ejército Nacional Sirio, es contrario a los primeros y apoyado por Turquía. En medio quedan los rebeldes kurdos que controlan una parte del territorio sirio.
Putin ha solicitado que Estados Unidos intervenga para buscar un acuerdo negociado entre las fuerzas rebeldes ganadoras que impida el caos, pero Trump ha respondido que no es un problema de su país y que no intervendrá, y Biden prácticamente no existe. Mientras tanto Israel ya está tomando ventaja del vacío y se apoderó de una parte de los Altos del Golán que está bajo control de la ONU.
Por otro lado, en el sudeste asiático, la división en el parlamento de Corea del Sur entre conservadores y liberales fue tomada como pretexto por el presidente conservador, Yoon-Suk-Yeol, para declarar la Ley Marcial para darse poderes absolutos y desplegó el ejército a las calles, acusando a los opositores de estar al servicio de Corea del Norte. Esa situación solo duró seis horas porque el Parlamento lo obligó a echarse para atrás y ahora exige su dimisión del poder.
Tal situación se da en un ambiente tenso y de gran confrontación con Corea del Norte que tiene poder nuclear y amenaza a toda la región. Hay que recordar que Corea del Sur no tiene armas nucleares, pero si un acuerdo con Estados Unidos que le garantiza su seguridad. Solo que con Donald Trump nadie sabe que esperar en el sentido de si respetará o no esos acuerdos.
En Europa oriental también la situación tiende a complicarse. Por un lado, Ucrania teme que Trump le retire el apoyo de Estados y la obligue a firmar un acuerdo de paz que le cercene una parte de su territorio.
Adicionalmente, esta semana se complicó la situación en otra de las repúblicas que antes fueron parte tanto del imperio ruso como de la extinta Unión Soviética. Se trata de la república de Georgia, donde estallaron manifestaciones en oposición al primer ministro pro ruso, Irklí Kobakhidze, que a su vez ha solicitado que renuncie la presidenta Salomé Zourabichvili, que es pro europea y prodemocracia. Hay que recordar que ella ha sido la promotora de la solicitud para que Georgia sea parte de la Unión Europea.
En general, toda esa zona de Europa Oriental donde se ubican Moldavia, Georgia y Ucrania son una zona de permanente inestabilidad porque constituyen objetivos que Putin se propone recuperar para Rusia.
Pero ahí no terminan los problemas para Europa, en el corazón de la Unión Europea, Francia y en Alemania enfrentan serios problemas de gobernabilidad. En Francia la Asamblea Nacional destituyó al primer ministro Michel Barnier a pesar de que solo tenía tres meses en el cargo. Ahora el presidente Macron tendrá que trabajar con un gobierno provisional hasta que pueda llamar en junio a nuevas elecciones parlamentarias.
A Macron le quedan aún dos años y medio de gobierno, pero ha perdido el apoyo de la Asamblea Nacional, lo que lo convierte en un gobierno inestable en un país que, junto con Alemania, constituyen el corazón de la Unión Europea. El problema es aún más grave porque la propia Alemania enfrenta una situación similar, quizá no tanto de gobernabilidad directamente, pero si económico.
El Canciller Olaf Scholtz destituyó en noviembre al ministro de finanzas por desacuerdos en el presupuesto, lo que rompió la alianza entre socialdemócratas y liberales, e irán separados a las elecciones de febrero.
En conclusión, existe un vacío de poder en el corazón de la Unión Europea justo cuando enfrentan por un lado el proteccionismo de Trump y su amenaza de abandonar la OTAN, y por el otro al expansionismo de Putin que se fortalecería con un triunfo en Ucrania. Nubarrones que presagian tormenta.