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Obregón: el estratega militar

Las habilidades militares del caudillo sonorense
Álvaro Obregón Archivo
Manuel Valenzuela 03-02-2025

Por Manuel Valenzuela V.

En la colaboración anterior de "La Periquera", comenté algo de lo que aprendí de la lectura del libro de reciente publicación Álvaro Obregón, del Dr. Ignacio Almada Bay. Hoy me referiré a las habilidades militares del caudillo sonorense que el autor destaca con amplitud y precisión.

 Los atributos militares de Ávaro Obregón son muy conocidos, incluso por la historia oficial. Se le recuerda casi siempre como el general invicto de la revolución mexicana en referencia a que nunca perdió una sola batalla. 

A propósito de este aspecto, recuerdo haber leído hace años una entrevista a Fidel Castro que le hizo -si la memoria no me falla- una periodista francesa, donde Castro se refiere a sus años de formación teórica y política. En ella Fidel platica cómo y cuándo se acercó al marxismo, lo que abrevó de la lucha de los próceres cubanos como José Martí y Antonio Maceo, entre otros, y destaca que las tácticas militares las aprendió de Álvaro Obregón a través de la lectura de su libro "Ocho mil kilómetros en campaña" y otras indagaciones que él realizó. 

Sin embargo, yo no conocía los detalles de la estrategia y tácticas militares que permitieron que Obregón no perdiera ni una sola batalla. La lectura del libro de Almada me ha permitido conocer muchas de ellas; menciona al menos tres características de las acciones militares de Obregón que sustentan su concepción estratégica de la guerra. 

La primera consiste en entender a la guerra como extensión de la política. Aquella debe tener un propósito; no es un objetivo en sí mismo, sino un instrumento que se usa en determinadas circunstancias para alcanzar el objetivo. En su caso, el propósito de su enfrentamiento con Pascual Orozco fue defender al gobierno legítimo de Madero; el de la campaña al frente del Ejército del Noroeste fue derrotar al gobierno del usurpador de Victoriano Huerta; y el de su enfrentamiento con Villa y la División del Norte fue establecer el gobierno constitucionalista de Venustiano Carranza que luchaba por una nueva constitución que marcara la línea para la reconstrucción del país. 

La segunda característica es la búsqueda de alianzas y coaliciones para tratar de evitar en lo posible enfrentamientos entre fracciones del mismo bando o, cuando el enfrentamiento resulta inevitable, aislar lo más posible al contrario para derrotarlo militarmente con el menor costo posible. Así sucedió por ejemplo cuando medió entre el gobernador Maytorena y Plutarco Elías Calles en Sonora entre 1913 y 1914. También trató de mediar entre Carranza y Villa en la Convención de Aguascalientes y poco después, hasta que el enfrentamiento fue inevitable. 

La tercera característica tiene que ver con el uso de la tecnología, la logística, el papel la disciplina, entrenamiento y la moral de las tropas. De acuerdo con Almada, Obregón tenía muy claro que la guerra se hace con hombres, tecnología y con información. En el caso de los hombres, las tropas deberían -en lo posible- tener un salario, evitar el saqueo de las poblaciones conquistadas y ser disciplinadas. 

De la misma manera, es importante mantener la moral muy alta entre la tropa, derivada del convencimiento de que se lucha por un propósito. En materia de tecnología, procurar tener el mejor armamento posible y saber usarlo adecuadamente y evitar su desperdicio; y en cuanto a la información, esta desempeña un papel crucial en la batalla y suele ser decisiva en el resultado del enfrentamiento. 

Estas tres características están presentes en todos los aspectos de la logística usada por Obregón, misma que se desdobla en múltiples aspectos, entre ellos: asegurar una base de operaciones con sus respectivas cadenas de abastecimiento (de víveres, armas, caballos, etc.); información sobre recursos, posicionamiento y movimientos del enemigo, para lo cual era indispensable contar con una área de inteligencia militar (espías en el campo del enemigo); y desde luego contar con tropas disciplinadas y entrenadas lo mejor posible.

Otros aspectos muy interesantes que destaca Ignacio Almada son: el saber esperar el momento más adecuado para la batalla; que no sea el enemigo el que lo determine sino tú y, para ello, se vale incluso dar la impresión de que te retiras o provocar al enemigo para que gaste municiones mientras se intenta alejarlo de su base de operaciones y cortarle las líneas de abastecimiento. 

También en ocasiones fue necesario circunvalar al enemigo y bloquear sus movimientos en lugar de tratar de destruirlo. Lo importante en ciertos momentos de la batalla no es tanto buscar destruirlo, sino simplemente impedir que se despliegue. Eso es lo que ocurrió por ejemplo en el sitio a los puertos de Guaymas, Topolobampo, Mazatlán y Manzanillo, cuando intentar tomarlos hubiera implicado una gran pérdida de soldados y municiones dado que el ejército federal poseía una gran potencia de artillería desde los barcos cañoneros que tenía a su disposición. 

Además, el ejército federal tenía abiertas las líneas de abastecimiento y rutas de escape a través del mar, por ello Obregón prefirió sitiarlos, aunque dejara a parte del enemigo en la retaguardia, lo que aparentemente violaba un principio de la teoría militar de entonces. 

También está el uso de las llamadas "loberas" (una especie de trincheras de piedra escalonadas) para apoyar el avance de la infantería en las batallas con el propósito de minimizar las pérdidas de soldados. Esta técnica la aprendió Obregón de los indios mayos nos explica Almada. 

Estos son solo algunos de los aspectos de la estrategia y táctica militar que usó Obregón en las diferentes etapas de la lucha durante la revolución mexicana y que uno puede encontrar en el libro de Almada. Por ello, si a usted le interesan estos temas, le recomiendo ampliamente su lectura. 

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