08/06/2023 11:51 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 08/06/2023
Por Germán Lohr Granich
Ni duda cabe que la demografía juega sus contras a un país como Japón. Lo digo por las polémicas declaraciones de su primer ministro Fumio Kishida al destacar la caída de la natalidad como un reto existencial.
El ministro señala que su país se halla al borde de ser incapaz de mantener sus funciones sociales y habla de un polémico plan de ayuda a las familias de alrededor de 25 mil millones de dólares para revertirla.
Japón es hoy uno de los países más longevos del mundo y con menos niños. En 1920 contaba con 56 millones de habitantes y tardo un siglo para llegar a los 128 millones en 2020.
Sin embargo, la cifra de nacimientos registra una caída fuerte a partir de la pandemia de COVID al bajar a 800 mil nacimientos al año,400 mil menos que los registrados desde los noventa a la fecha, pero cada vez más en caída libre.
Se estima que para el 2050 habrá alrededor de 100 millones de personas y para finales de siglo 60 millones en total, por lo que se prenden los focos rojos.
Y ni se diga al surgir preguntas clave aún sin respuesta como sería el tema de las pensiones y su sostenimiento futuro, vaya dilema.
Más ancianos, menos niños, poca mano de obra, cero innovación y escaso impulso a la actividad productiva son entre otras las variables de la ecuación demográfica que los trae de cabeza.
Ya se habla de escuelas y viviendas vacías, algo así como 10 millones de casas y el cierre de 500 colegios por falta de alumnado nomás para ir normando criterio.
Obvio que no es solo el imperio del sol naciente como se le conoce al Japón con ese reto, es también el mal de Europa y sus casos emblemáticos como España e Italia, solo que la sociedad nipona es más conservadora y tradicionalista lo cual complica el fenómeno.
Este país, ciertamente, es menos receptivo a la migración y ahí están los datos duros la cual aparte recibe no solo trabas burocráticas, sino que cada vez se les hace a quienes emigran más difícil su residencia dado el apego a la cultura, religión o valores familiares del país.
Por eso se habla de ese plan por tres años con la idea de ayudar a las familias para que tengan hijos dándoles facilidades de todo tipo, sobre todo para los jóvenes.
Cuando digo de todo tipo me refiero a cuestiones como las ayudas financieras o becas para la educación, los cuidados prenatales, permisos y horarios flexibles de trabajo, no se diga descuentos fiscales y apoyos en efectivo entre otros.
No cabe duda que el gobierno está consciente de la problemática económica por no decir lo difícil de la época actual, siendo una de las principales razones de la caída en los nacimientos.
Algo hay al respecto, ya que la encuesta del 2021 del Instituto de Investigaciones sobre Población y Seguridad Social destaca que más del 53% de los jóvenes así lo perciben.
Un ambiente difícil con largas jornadas de trabajo, pocas vacaciones, altos costos de la vivienda, educación cara, servicios públicos costosos no son grandes incentivos para nadie que desee procrear familia.
Lo ideal señalan las mujeres, sería tener carrera y familia, pero no se puede, y vaya que las jóvenes han acrecentado su participación laboral al pasar del 60 a principios de siglo, al 74% en la actualidad.
Todo esto retarda el momento de casarse o de dar a luz, no se diga las implicaciones laborales que conlleva la maternidad.
Con razón, ahora entiendo, me queda claro el alto número de suicidios que hay por aquellos lares.
Esta es una pincelada de las implicaciones en un país tan lejano como Japón, ya veremos cómo salen del atolladero.
Ni duda que este entorno geopolítico con una sociedad envejecida reclama otra visión para cambiar y revertir lo negativo de su actual demografía. Nosotros por lo pronto entretenidos con las elecciones de estado en épocas de la 4 T.
HE DIXI