17/07/2023 11:53 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 17/07/2023
Manuel Valenzuela V.
Aunque tenemos pocas noticias de la evolución reciente de la guerra de Ucrania en el campo de batalla, están pasando cosas que dan esperanzas para un final de ésta en un tiempo aún no precisado, pero que podría estar cerca.
La semana pasada tuvo lugar una nueva cumbre de la OTAN en la ciudad de Vilnus, Lituania, donde se anunció que próximamente Suecia se convertirá en el miembro número 32 de la organización. Sólo falta que el parlamento turco lo apruebe, lo que parece muy posible una vez que el presidente Erdogan eliminó el veto que su país ejercía. Falta también que Hungría levante su veto que, en solidaridad con Turquía, estaba ejerciendo. El dirigente Víktor Orbán ha dicho que lo harán en los próximos meses.
También parece haber un consenso en el organismo militar en el sentido de que el futuro de Ucrania está en la OTAN una vez que la guerra termine y que Ucrania cumpla las condiciones necesarias para aprobar su entrada. De hecho, el presidente turco lo solicitó una vez que decidió eliminar su veto para el ingreso de Suecia. Parece haber un acuerdo en que la única manera de asegurar una paz duradera en Europa una vez que esta guerra termine, es que Ucrania sea parte de la OTAN. Ello desincentivará cualquier otro intento ruso de invasión en el futuro.
La gran duda que aún no ha sido despejada es cuándo y en qué términos se firmará el acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania. Rusia trata de que Ucrania acepte cederle la península de Crimea, que tiene tomada desde 2014, y el territorio que tiene tomado en el este del país invadido. Por el contrario, Ucrania exige que se respete íntegramente su soberanía territorial, lo que implica que los soldados rusos abandonen las zonas invadidas y regresen a su país.
Este es un punto que aún no parece estar resuelto y que, probablemente, tenga que esperar a que se defina en el campo de batalla, lo que desafortunadamente implicará nuevas pérdidas de vidas, tanto de soldados de ambos bandos como de población civil. Lo mismo que más destrucción de la infraestructura, con el riesgo de que se haga explotar la central nuclear más grande de Europa, que es la de Zaporizhia, actualmente bajo control del ejército ruso.
Lo que parece cada vez más claro es que Rusia no puede ganar esta guerra. La idea de Putin de recuperar a sangre y fuego el territorio de lo que antes fue la URSS, se ha desvanecido. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, declaró el pasado jueves que Putin ya perdió esta guerra, y que lo único que falta es definir los términos en los que los rusos abandonen Ucrania. Mencionó también que China ya dejó clara su posición ante Putin en el sentido que no permitirá que, en ninguna circunstancia, se usen armas nucleares para tratar de evitar un desenlace desfavorable al Kremlin en Ucrania.
A los elementos anteriores habría que agregar el enorme costo económico que para Rusia ha significado la invasión a Ucrania y el gran impacto que para la economía de ese país han tenido las sanciones de los países de occidente, que la han colocado en una situación de casi total aislamiento internacional. También hay que considerar las discrepancias e inconformidades que parece haber al interior del propio ejército ruso, una de cuyas expresiones públicas fue el intento de rebelión de los mercenarios de Wagner que, contra la dirigencia castrense, se produjo hace apenas hace poco más de un mes.
Pese a todo lo anterior, en el frente de guerra no parecen haberse producido aún cambios sustanciales en cuanto a control del territorio. La anunciada contraofensiva del ejército ucraniano, ya con el armamento de avanzada proporcionado por occidente, no se ha traducido en la recaptura de territorio controlado por los rusos. No está claro si los aliados de Ucrania han ordenado a Zelensky retrasar deliberadamente lo fuerte de la ofensiva para tratar de obligar a Rusia a retirar sus ejércitos voluntariamente, o si simplemente los ucranianos no han podido mover al ejército ruso de sus posiciones.
Sin embargo, el rearme del ejército ucraniano con la ayuda de occidente parece seguir avanzando. A la aprobación de la entrega de los tanques alemanes Leopard y los estadounidenses Abrams, los aviones de F16 (en proceso) y los misiles de mediano alcance, recientemente se sumó la aprobación del suministro de las llamadas "bombas de racimo" por parte de Estados Unidos con la condición de que no se usen en las áreas pobladas. Es decir, la decisión de rearmar y modernizar al ejército ucraniano está en marcha y, quizá, ese sea el elemento que defina los términos del posible acuerdo de paz en los meses por venir.
Es probable que, en los próximos meses se produzca una salida al conflicto y se creen las condiciones para el término de la guerra. Las condiciones en las que esta salida se produzca, las determinarán las nuevas batallas que se produzcan en el frente de batalla y/o las negociaciones de alto nivel entre las grandes potencias, con la participación relevante de China.
Lo que parece vislumbrarse con cierta claridad es que Rusia saldrá perdiendo. Si con la invasión a Ucrania buscaba alejar a la OTAN de sus fronteras, todo parece indicar que terminará logrando lo opuesto. Por lo pronto ya provocó que Finlandia, con quien comparte más de mil kilómetros de frontera, y Suecia terminen en la OTAN y, al finalizar la guerra, la propia Ucrania será parte de ese organismo militar. Pésima noticia para Putin, pero es la consecuencia de un cálculo político erróneo.