Columnas

#Sonora

Trump al servicio de Putin

Donald Trump ante casi todos sus adversarios se presenta como perro rabioso o como borracho de cantina

Donald Trump
Donald Trump Archivo

03/03/2025 18:04 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 03/03/2025

Por Manuel Valenzuela V.

Es muy curioso, y a la vez interesante, observar el comportamiento de Donald Trump que ante casi todos sus adversarios se presenta como perro rabioso o como borracho de cantina, golpeando y atropellando a los más débiles para luego obtener lo que desea mediante una "razonable" negociación, pero termina convertido en el servidor de Putin gestionando la rendición incondicional de Ucrania, su supuesto aliado.  

La humillación a la que sometieron Donald Trump y J.D. Vance al presidente de Ucrania Volodimir Zelensky el viernes 28 de febrero, pasará a la historia como la más vergonzosa demostración de ruindad de la diplomacia del vecino país. Le tendieron una celada en la Casa Blanca a la que lo invitaron (¿citaron?) para firmar un acuerdo mediante el cuál le arrebataban a Ucrania la mitad de los beneficios de la explotación de los minerales y tierras raras de su país como cobro de una ayuda supuestamente incondicional (que no era crédito) que gestionó ante el Congreso el expresidente Joe Biden (no Trump), en una actitud depredadora.

Una vez en la Casa Blanca se burlaron de la vestimenta del invitado. Sabemos que Zelensky no usa traje desde que inició la invasión de Rusia a Ucrania en solidaridad con los soldados ucranianos del frente, y ha dicho que no lo usará hasta que la guerra termine. Trump se burló de él al recibirlo y decirle "te viniste vestido de fiesta", para luego -en la conferencia de prensa- darle la palabra a un reportero incondicional que le preguntó al presidente Zelensky si no tenía para un traje, reclamándole que a la Casa Blanca se iba vestido de manera formal. Zelensky no se amilanó y le respondió que se pondría el disfraz cuando la guerra terminara.

Pero lo peor vino después, cunado tanto J, D, Vance como Trump le gritaron y reclamaron al presidente ucraniano por ser "irrespetuoso" y no agradecido con Trump y con Estados Unidos por la "ayuda" que le habían proporcionado a su país y que sin ella -le dijo Trump- Ucrania hubiera perdido la guerra en dos semanas. A lo que Zelensky le corrigió: no en dos semanas, en tres días, le dijo, ese es el argumento de Putin. No vale la pena continuar con la descripción de lo sucedido porque los lectores seguramente ya vieron la escena en televisión muchas veces.

En síntesis, el acuerdo no se firmó y el asesor se Trump en seguridad nacional, Tim Walz, le pidió a Zelensky que abandonara la Casa Blanca (lo corrió pues). 

Nunca un presidente de algún país había antes recibido una humillación como esta, pero retrata a cuerpo entero la clase de personas que hoy están al frente del país más poderoso del mundo. Hablan y pretenden dar órdenes a los demás países como si fueran sus sirvientes. Así de irrespetuoso ha sido Trump con Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, cuando lo ha llamado gobernador en referencia a su pretensión de que ese país se convierta en el estado 51 de los Estados Unidos. Pero también lo hizo recientemente J.D. Vance con los líderes europeos al afirmar que no era Rusia ni China las principales amenazas para la democracia, sino que ésta estaba en el interior de sus países. 

En el caso de Ucrania, es muy claro que en los hechos Trump se ha convertido en el gestor de Vladimir Putin para negociar la rendición incondicional de ese país. Ha aceptado todo lo que Rusia propone: quedarse con el territorio ucraniano que hoy controla, que Ucrania no entre a la OTAN, que el ejército de los EU no participe en una posible fuerza de paz en Ucrania y que se le levanten las sanciones a Rusia. 

Pero aún hay más: se le está obligando a Ucrania a que pague las consecuencias de la guerra de invasión de que fue víctima. El acuerdo sobre el aprovechamiento de los minerales y tierras raras es cobrarse "a lo chino" (no se de dónde viene esa expresión) la ayuda que EE. UU. le proporcionó a Ucrania. Parece como si Trump y Putin hubieran decidido repartirse el país y ahora trabajan juntos para cerrar el trato de manera formal. Cualquier semejanza con el acuerdo secreto entre Hitler y Stalin (agosto de 1939) para repartirse Polonia es mera coincidencia.

Pero, ¿cuáles son las consecuencias? Cualquier tratado de paz que implique cercenar el territorio de Ucrania viola al menos las siguientes normas internacionales establecidas en el mundo de posguerra: la Carta de la UNU; el acta final de la conferencia de Helsinki sobre la renuncia a la guerra de agresión, el cambio de fronteras por la fuerza y la vulneración de la soberanía de los países; el memorándum de Budapest sobre la desmilitarización de Ucrania a cambio del respeto a su independencia e integridad territorial. 

En todos ellos, los Estados Unidos, Reino Unido y Francia firmaron como garantes. Si se violan esos acuerdos una vez, seguro se violarán muchas veces y entraremos al mundo del derecho del más fuerte. Y una vez en él, estaremos en camino a la Tercera Guerra Mundial. 

Es triste y trágico a la vez, ver cómo Trump se ha convertido en el sirviente de Putin, pero plantea a la vez serias dudas sobre otros posibles acuerdos entre ellos. ¿Acaso han hablado de arrebatarle Groenlandia a Dinamarca y que Putin se haga de la vista gorda? ¿o de que la Franja de Gaza se convierta en un "beautiful resort" de los Estados Unidos? Y ¿qué tal de que Canadá se convierta en el estado 51 de USA? ¿serán la pieza de cambio para que luego Putin reclame Moldavia, las repúblicas del Báltico y la misma Polonia? 

Son solo preguntas, pero si se renuncia a un mundo basado en las reglas surgidas de la última posguerra que han garantizado la paz por más de ocho décadas, se abre la caja de Pandora hacia lo desconocido, donde los países más pequeños (México incluido) forman parte del menú en la cena los nuevos imperadores. 

Temas relacionados Donald Trump