27/03/2023 14:55 / Uniradio Informa Sonora / Columnas / Actualizado al 27/03/2023
Por Manuel Valenzuela V.
Durante los últimos días se ha tensado aún más la de por si siempre compleja relación entre México y los Estados Unidos. Los motivos han sido varios: van desde las declaraciones de legisladores republicanos señalando que las bandas del crimen organizado controlan varias regiones de México y proponiendo que dichas organizaciones criminales sean declaradas por EU como terroristas, hasta el informe anual del Departamento de Estado sobre la situación actual de los derechos humanos en el mundo, en particular el apartado sobre nuestro país, pasando por el siempre problemático tema migratorio y el secuestro de cuatro ciudadanos estadounidenses, dos de los cuales fueron asesinados, por sicarios que operan en Tamaulipas. Sin olvidar los desacuerdos económicos en torno a las posibles violaciones de México al T-MEC.
Estos y otros temas han provocado que el presidente mexicano, dado que "su pecho no es bodega" haya desatado una lluvia de críticas al vecino del norte, las que -por cierto- esta vez sí han encontrado respuesta. Desde luego que no por parte de Biden (ellos si cuidan la palabra del presidente), pero sí de funcionarios menores.
Esta situación me hace recordar lo analizado en libros como "Vecinos distantes" del periodista y escritor Alan Riding, quién en el ya lejano 1985 hacía un retrato de los mexicanos y describía lo problemático de la relación entre los Estados Unidos y México, quienes, a pesar de tener tantas cosas en común, parecían siempre vecinos distantes. También me viene a la memoria el libro "El oso y el puercoespín" del ex embajador de EU en México Jeffrey Davidow, donde se refería justamente a la relación bilateral asemejándola a la de un oso que quería abrazarlo todo y un hipersensible puercoespín que siempre está atento a cualquier cosa que pueda parecer ofensa o desdén, a fin de responder tensando sus pelos picudos en actitud de defensa.
Es curioso, hace apenas un mes todo México -incluyendo al presidente- celebraba la decisión de Tesla de instalar una mega fábrica de autos eléctricos en Nuevo León y se hacían pronósticos favorables para la llegada al país de nuevas inversiones producto del proceso de relocalización de cadenas de suministro de industrias estratégicas, como la de autos eléctricos, baterías y semiconductores, que está llevando a cabo el vecino del norte. Semanas después, las noticias que han dominado la agenda pública han sido las que refieren al intercambio de acusaciones entre actores de ambos países.
Así es y así ha sido siempre la relación entre los dos países que se requieren y necesitan mutuamente, pero que al mismo tiempo se detestan. Los legisladores republicanos encuentran terreno fértil entre el electorado al criticar a Biden su debilidad para enfrentar al crimen organizado que opera con impunidad en México, al grado de controlar amplias regiones de su territorio. El caso es que, en tiempos electorales, ya sea por este tema o por el de la migración, México se convierte en la piñata a la que todos le quieren dar palos para cosechar votos.
Por el otro lado, envolverse en la bandera del patrioterismo y criticar a los gringos siempre ha dado buenos frutos en la cosecha electoral mexicana. Así parece estar sucediendo hoy con el presidente y su partido, Morena. Él dice que son mentiras todo lo que dicen los gringos y los informes que ellos promueven, pero resulta poco creíble cuando el país está teñido de rojo por la violencia criminal, las desapariciones forzadas, las extorciones y la impunidad con la que operan los carteles del crimen organizado.
En esas condiciones ¿cómo negar que se violan los derechos humanos en el país? ¿cómo negar que el crimen organizado controla amplias zonas del territorio? ¿cómo negar que hay impunidad cuando tanto en el caso de los ciudadanos estadounidenses secuestrados en Matamoros como en la muerte de los dos sacerdotes jesuitas asesinados hace ocho meses en la sierra de Chihuahua, fueron los propios carteles los que "resolvieron" los casos? En uno de ellos entregando amarrados a los integrantes de la célula criminal a las autoridades y en el otro acribillando al asesino de los sacerdotes.
¿No sería más útil reconocer realidades y unir esfuerzos para combatir lo que afecta a ambos países y a sus habitantes? México y Estados Unidos siempre van a ser países vecinos. No hay manera de mandar a alguno de ellos al otro lado del planeta, mucho menos a la luna o a marte. Hay ventajas que proporciona a ambos la vecindad, saquémosle provecho en beneficio de los habitantes de ambos lados de la frontera. Cierto, también hay problemas ocasionados por la misma, pero es mejor enfrentar esos problemas unidos y encontrar las soluciones en el marco de la legalidad y por la vía de la cooperación.
En coyuntura internacional actual, la oportunidad para la cooperación es enorme para los dos países en el marco del T-MEC. No le pongamos obstáculos, en su lugar pensemos en un plan estratégico para que la integración realmente beneficie a todos, eleve los salarios y mejore las condiciones de vida de los trabajadores y sus familias, lo mismo que para que favorezca un desarrollo planeado y ordenado de las ciudades donde se asienten las inversiones.
Por el lado de las desventajas, el narcotráfico y las organizaciones criminales son un problema continental, si no es que mundial, y así debe entenderse y enfrentarse en base a la cooperación y con el compromiso de combatir las redes de protección que les permiten actuar con impunidad. ¿Habrá voluntad y compromiso para actuar de esa manera, o seguirá siendo más redituable electoralmente seguirnos peleando? Lo veremos en los próximos meses.